Pilar Rocha-Goldberg
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Abstract
Pilar Rocha-Goldberg is the President & CEO of El Centro Hispano. She begins by recounting her early life in Bogotá, Colombia, where she attended university and became a nutritionist-dietitian in 1988, later working for Nestlé. During a neonatologist conference hosted by Nestlé in 2002 in Cartagena, she met Ron Goldberg, a neonatologist at Duke University and now Pilar’s husband. A job opportunity to do research for Duke’s hypertension unit sponsored Pilar to come to North Carolina and be able to join Ron with her two daughters, Ana María and Mariana, in 2004. Through her research in the Latino community, she became increasingly involved at El Centro Hispano until becoming director in 2009. Pilar chronicles the evolution of El Centro’s endeavors under her tenure: the professionalization of its staff, the focus on strategic planning and sustainability, and the expansion of activities into Carrboro, Raleigh, and beyond. She also details the importance of promotores de salud (Community Health Workers) to El Centro’s efforts, especially during the COVID-19 crisis. Since then, El Centro has continued to maintain its workforce of promotores within their various departments and programs such as education and economic development. A lifelong learner, Pilar concludes by sharing advice about remaining open to learning from every person one encounters, regardless of education levels or position, and about treating others with humility.R1024_Audio.mp3
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Daniel Velásquez: Bueno, yo soy Daniel Velásquez. Hoy es 28 de noviembre del 2023. Estoy aquí con Pilar Rocha-Goldberg, quien es presidente y directora general de El Centro Hispano. Pilar, muchas gracias por estar conmigo aquí y compartir tu historia oral.
Pilar Rocha-Goldberg: No, muchas gracias a ti, Daniel. Es un honor para mí hacerlo.
DV: Bueno, empecemos. Cuéntame sobre tus antecedentes personales en general, dónde naciste y creciste, educación, familia.
PRG: Bueno, yo nací en Bogotá, Colombia. Y nací de una familia donde mi padre era de un pueblito cerca a Bogotá que se llama Anolaima, y mi mamá de otro departamento que es Santander de Bucaramanga. Tengo un hermano que es un año mayor. Mi papá nació y vivió en el campo, ayudando a sus padres a sembrar frutas y café. Estudió en la escuela allá, pero cuando terminó su bachillerato decidió irse a la gran ciudad a estudiar en la universidad, estudió en la Universidad Nacional de Colombia y estudió química farmacéutica. Y mi mamá, nació en una familia, pues de buenos medios, una clase media alta en Bucaramanga, ocho hijos. Ella es la séptima, pero sus padres murieron los dos el mismo año con tres meses de diferencia, cuando ella tenía 14 años. Entonces, sus hermanos mayores decidieron traerla a ella y a mi tía menor a un colegio internado en Bogotá. Y ya después, ella fue a la universidad y estudió psicología y después hizo una especialización en pedagogía y orientación escolar. Y así fue como mi mamá y mi papá se conocieron, en Bogotá cuando estaban en la Universidad. Y bueno, decidieron casarse. Trabajaron mucho los dos para darnos a mi hermano y a mí una educación en un colegio privado. En Bogotá, realmente no hay muchos colegios estatales o públicos. Y bueno, mi hermano y yo tuvimos una educación buena entre, en colegios privados, desde kínder hasta terminar bachillerato. Yo empecé bastante joven porque era muy inquieta [Risa]. Entonces terminé mi bachillerato y empecé la Universidad a los 15 años.
DV: Wow.
PRG: Lo cual fue--. Sí, interesante porque pues ellos querían que de pronto yo tomara un año en el que viniera, estudiara inglés o algo, pero no, yo quería estudiar mi carrera. Y como mi mamá era orientadora profesional, ella--. Eso era parte de su trabajo en los colegios que trabajaba. Entonces, ella pues nos hizo esa prueba a mi hermano y a mí para ver en donde deberíamos estudiar. Y qué. Más que en dónde, ¿qué deberíamos estudiar? Y de acuerdo a las pruebas, ella me dijo: Tú debes estudiar terapia física--o fisioterapia--o nutrición y dietética. Que en esa época era nutrición y dietética, era una carrera relativamente nueva, bastante nueva. Estamos hablando en 1983. Y solo se podía estudiar en la Universidad Javeriana. Entonces al fin decidí que iba a ser nutricionista. Lo cual empecé a estudiar.
DV: A los 15 años.
PRG: A los 15 años. Sí, empecé en la universidad, por supuesto era la más chiquita de la clase y así mismo fue en el colegio cuando estaba en el colegio. Y por razones de la vida, bueno, terminé mi carrera, cinco años. Pero cuando estaba--ya había cumplido mis 18 años--me ennovié con una persona ahí de la facultad de medicina. Y por cosas de lo que sea--después cuando tú recapacitas y dices, ¿yo que estaba pensando? [Risa]. Decidí casarme a los 18 años, en contra, pues, de lo que querían mis papás--al final ellos me apoyaron. Y a los 19 tuve a mi hija, mi primera hija. Pero no me fue muy bien en ese matrimonio. Fue bastante complejo. Violencia doméstica, muy complejo. Pero bueno, al final yo me fui, pude irme, salirme de esa relación. Y a los 20 años me gradué de nutricionista-dietista y ya tenía, pues, mi hija, que tenía un año. Y también ya ahí tenía pues un divorcio. Un divorcio encima. Pero bueno, siempre lo que aprendí de mi mamá y de mi papá, de los dos, era: siempre vamos a tener experiencias negativas en la vida. Entonces hay que aprender de lo que se hizo mal. Aprender para no repetir ciertos comportamientos, pero pues olvidar lo malo y seguir adelante, porque si te quedas solo pensando en lo negativo es muy difícil seguir adelante. Entonces, al final bueno--. Afortunadamente, desde que me gradué logré entrar a trabajar. Y entré a trabajar primero en una clínica, haciendo unos turnos como nutricionista y después logré entrar al Hospital San Ignacio, a trabajar en la unidad renal, en donde trabajé ahí como cinco años. Y desde ahí, afortunadamente nunca, gracias a Dios, siempre digo, me he quedado sin trabajo, siempre he podido trabajar. Sí, nunca, porque de ahí trabajé cinco años en el hospital. De ahí me fui a una clínica privada en Colsanitas, en el hospital trabajaba en la unidad renal y el departamento de cirugía. Y cuando me fui a la clínica privada trabajé en la parte de pediatría, maternidad y neonatología.
DV: ¿Y todo con nutrición?
PRG: Nutricionista, sí, siempre nutrición y dietética. Y también desde el primer día decidí tener práctica privada. Entonces tenía un consultorio que atendía dos noches en la semana y los sábados, cuando no tenía que trabajar en el hospital o en la clínica. Y después de la clínica ya me fui a trabajar a Nestlé en la parte industrial, como nutricionista-dietista, visitadora médica.
DV: ¿Ya qué año era?
PRG: Eso ya estamos hablando en el ’93. Y porque--. Perdón, no sé si estoy mezclando todo [Risa]
DV: Está bien, está bien. Tranquila. Orgánicamente es mejor.
PRG: Bueno, listo, en el ’93. Sí. Entonces trabajé en Nestlé, y estando en Nestlé, fui a una conferencia en Cartagena que hacen cada dos años de neonatología y allá conocí al que es mi esposo ahora. Porque mientras pasaron esos años, me divorcié la primera vez, después volví y me casé cuando mi hija mayor tenía tres años. Me fue mejor, un mejor matrimonio, pero seguía siendo un poco complejo. Yo creo que la parte como de machismo y mi personalidad siempre ha sido como muy independiente, muy yo lo puedo hacer. Y más como de trabajar en conjunto con la persona que yo quiero desarrollar mi vida, no que me estén como diciendo, como dice mi esposo no te gusta que te digan que hacer [Risa]. Entonces fue un poco más complejo.
Un poco menos complejo, perdón. Pero tuvimos una situación en la que tuvimos una bebé que nació con unas deformaciones internas, malformaciones internas. No tenía, no se le cerró su columna vertebral, no tenía pulmón izquierdo, no tenía el riñón izquierdo. Entonces fue bien difícil desde que nació y la situación fue compleja porque pues nació en la clínica en la que yo trabajaba. Y mi esposo y la familia, en esa época, decidieron buscar culpables en lugar de mirar qué podíamos hacer por la bebé. Y fue una situación bien difícil para mí como mamá y todo porque yo decía en este momento a mí no me interesa ni demandar a nadie. Ósea, ¿y a quién vas a demandar que porque no se dieron cuenta, lo que fuera? Pero era: tenemos que concentrarnos en cómo podemos apoyar a la bebé. Al final la bebé duró un mes. La alcanzamos a tener en casa como una semana. Pero eso dañó mucho nuestra relación como pareja. Después yo volví y quedé embarazada, y mi otra hija, que es Mariana, nació a los tres años después. Pero ya la relación estaba muy mal. Entonces me volví a separar cuando la chiquita tenía seis meses. Entonces ya cuando--. Después de esto yo había decidido venirme a Estados Unidos, a Los Ángeles. Tengo familia ahí, a trabajar en unas unidades renales que estaba abriendo el esposo de mi tía y estaban buscando nutricionistas con experiencia en unidad renal, y pues yo había trabajado cinco años. Entonces estaba empezando a estudiar nuevamente mi inglés para hacer los exámenes y venirme a homologar el título. Y ahí fue cuando conocí a Ron. Ahí conocí a mi esposo [Risa], porque trabajaba en Nestlé entonces, ya en ese momento eso fue en el 2002.
DV: ¿Lo conociste en Los Ángeles, entonces?
PRG: No, yo apenas estaba estudiando el inglés nuevamente para venirme. Pero estaba todavía con Nestlé, trabajando con Nestlé y fui a Cartagena a este Congreso que hacen cada dos años de neonatología y Ron vino como conferencista internacional a dar varias charlas y ahí fue donde nos conocimos.
DV: ¿Qué año fue?
PRG: 2002. Estamos hablando en el 2002. Entonces, ya mi hija mayor tenía 15 años y la chiquita tenía dos. Entonces yo estaba divorciada, ya llevaba yo, pues, prácticamente dos años divorciada de mi segundo esposo. Y bueno, conocí a Ron. Teníamos un amigo mutuo, él nos presentó y bueno fue como dicen, como amor a primera vista [Risa]. Aunque yo había dicho no más ya. Yo solita puedo criar mis dos hijas y de allí fue como, como lo conocí. Terminé aplicando aquí, a un trabajo a Duke, porque después de dos años de que yo venía, él iba, empecé a estudiar mi inglés muy juiciosa. Entonces decidimos que yo me viniera a probar cómo nos iba acá en Estados Unidos.
DV: Okay, ¿cuántos años duraron tú viniendo y él yendo?
PRG: Dos años duramos así.
DV: Así que 2004 fue cuando ya te pudiste venir.
PRG: En el 2004. Sí.
DV: Y dijiste que tu segunda hija se llama Mariana. ¿El nombre de tu primera hija?
PRG: Ana María [Risa]. Que cuando piensas es--. Todos dice: ¡uy no, que original! Ana María y Mariana, es prácticamente el nombre al contrario. Y tiene su razón, porque cuando yo tuve la otra chiquita que se llamaba María Paula. Para Ana María, que es la mayor, ella tenía diez años, fue muy, fue muy difícil, como entender todo lo que había pasado. Entonces cuando yo volví a quedar embarazada, y supimos que era una niña, ella me pidió si podíamos, si ella podía colocarle su nombre. Y yo le dije bueno, ¿y qué nombre quieres colocarle? Y dijo Mariana, que es como lo opuesto a mí. ¿Por qué? No sé, porque pensaría ella eso. Y ahorita yo le pregunté y dice ella no, no sé tampoco. Pero dije bueno, entonces se llama Mariana. Por eso, es el nombre de las dos. Y entonces sí, en el 2004 decidimos--.
DV: Antes de que lleguemos a Carolina del Norte. Cuéntame--. Ósea, ya has abarcado varias décadas ya para llegar al 2004.
PRG: Sí [Risa].
DV: ¿Qué reflexiones sacas hoy de todas estas experiencias que tuviste en Colombia antes de llegar a Estados Unidos?
PRG: Sí. ¿Qué pienso yo? Pienso que siempre desde niña, he sido una persona positiva, que siempre piensa en las cosas--. Aunque he pasado pues cosas difíciles. Nuevamente recordar siempre, mi mamá y mi papá tenían dos personalidades diferentes y parecidas como paralelas. Mi papá es una persona muy abierta. Le encanta saludar a todo el mundo, se la lleva bien con todo el mundo donde ellos vivían, uno iba en el barrio por la calle y todos salían: “Señor Rocha, Don Alfonso.” Bueno, sí. Todo el mundo. Pero curiosamente no es muy amiguero. Entonces, no es como de salir con amigos o algo así. No, nunca fue muy amiguero. Muy rumbero, le encanta la fiesta, el relajo, la patanería. Mi mamá un poco más seria, más introvertida de alguna manera. No como sí, como no tan extrovertida pero muy amiguera. Entonces yo cuando pienso, digo tengo como la mezcla de los dos; porque pues me encanta la rumba, me encanta la gente, yo recibo energía de la gente, pero soy muy amiguera. Y cuando yo pienso en todas estas experiencias, uno--. Sí pienso: ¿por qué decidí casarme, como tan rápido? Cuando siempre fui una persona independiente. Porque siempre desde chiquita fui muy independiente. Hubo varias razones que después mucha gente me decía que yo nunca quise, como creer cosas como, ¿cómo se llama eso? No sé cómo lo llaman, pero como brujería, como que te hicieron eso. Y si había cosas como que me decían, pero nunca quise creer en eso porque siempre--. Pero sí--. No sé por qué hice eso, pero después reflexionaba y nuevamente aprender de las cosas y los errores que cometiste para poder avanzar y no quedarte en eso y no pensar--. Mis hijas se ríen y mi esposo también, porque cuando pasa algo malo yo siempre les digo no pienses más en eso, no pienses más en eso, don't think about it y les da risa. Y bueno, yo trato de practicarlo, pero no lo practico todo el tiempo. Pero creo que sí es importante porque cuando tú te quedas pensando--. Y claro, las veces que he tenido esas experiencias difíciles he tenido, claro, los primeros días es ese momento de ¿y por qué a mí? ¿Y por qué me está pasando esto? Y pues yo crecí católica. Aunque pues era como la oveja negra de la familia, pero tú sabes, ese pensamiento de por qué Dios me está castigando, ¿qué hice malo? Pero después al final, después de unos días, es como decir bueno, ya. No me puedo quedar en esto, siempre pensando en esto y tengo que mirar cómo lo voy a resolver. Eso es lo que aprendí de todas esas experiencias. Es, claro, uno tiene que entender todo lo que pasa. ¿Qué está pasando? Y sí lo absorbo, sí tengo que llorar, sí tengo que hacerlo, pero después es ¿cómo lo voy a superar? Y creo que eso es lo que he aprendido de todas estas experiencias. Y también un poco de siempre he sido una persona muy abierta. Como dicen, un libro abierto. Cierto, soy como soy. Soy así con todo el mundo, pero también he aprendido que a veces hay que antes de ser tan abierto hay que conocer un poco mejor a las demás personas, para saber a quién y con quién te estás abriendo tanto. Y también que hay ciertas situaciones y ciertos ámbitos en los que tú tienes que ser menos abierto. Primero de pronto, debes ser algo más estratégico, leer mejor o entender mejor qué es lo que pasa a tu alrededor, para saber qué debes ofrecer y qué puedes ofrecer. Porque también a veces por eso se tergiversa. Cuando eres tan abierto, a veces se tergiversa esa o se toma la intención que no es de lo que estás hablando. De lo que estás diciendo.
DV: Okay. Excelentes lecciones, gracias. [Risa]. Okay, bueno entonces ya nos contaste las circunstancias que te trajeron a Carolina del Norte. Que querías estar con Ron, tu esposo. Y bueno, estabas entonces empezando a contarme cómo fue que llegaste a Carolina del Norte, ibas a trabajar en Duke, ¿creo?
PRG: Sí. Ósea, cuando me iba a venir, la idea, la intención inicial era venirme y homologar mi título. Entonces ya habíamos estado averiguando de que tenía que hacer para poder trabajar aquí como nutricionista-dietista.
DV: Y perdón, ¿esto ya es independiente de Los Ángeles, que también estabas pensando en hacer eso?
PRG: Sí, exacto. En Los Ángeles al fin pues no hice nada. Decidí no, pero pues continué haciendo lo del estudio para poder homologar aquí en Carolina del Norte, en Durham. Y mi idea era venirme y hacer, ya habíamos hecho todas las transcripciones. ¿Sí se dice transcripciones? De transcripciones de las materias que yo había hecho. Mirar los créditos y habíamos averiguado en UNC que era lo que necesitaba hacer, porque era creo que la opción era UNC, o Meredith College, donde tienen nutrición y ese era el plan. Pero cuando fui a pedir la visa de mi hija menor, de Mariana, no nos la dieron. Ósea, ella tenía tres años y medio en esa época. Entonces buscamos otras alternativas y la alternativa fue conseguir un trabajo. Entonces Ron empezó a preguntarle a todo el mundo, ¿quién necesita una nutricionista? [Risa]. Y encontró que en el departamento de hipertensión necesitaban una nutricionista bilingüe para hacer investigación. Entonces pues, yo vine, presenté mi entrevista y pasé la entrevista y todo. Entonces ellos decidieron que sí, que yo era la persona que necesitaban para el cargo.
DV: ¿En el departamento en Duke?
PRG: De hipertensión en Duke, en la Universidad de Duke. Y así fue como ya ellos tramitaron mi visa de trabajo, que se demoró como seis meses en llegar. Pero bueno, finalmente llegué aquí con visa de trabajo, entonces ya mis hijas venían conmigo y eso fue en el 2004. Llegamos en el 2004.
DV: ¿Y cómo fueron tus primeros años ya viviendo en Carolina del Norte después de que llegaste aquí?
PRG: Bueno, el primer mes fue muy difícil [Risa].
DV: ¿Cuéntame por qué?
RPG: Fue muy difícil porque, claro yo deje pues mi familia, mis amigos, mi carrera profesional, todo. Y aquí no conocía a nadie, solo conocía a Ron. Y pues claro, es muy diferente llegar a otro país. Uno, el idioma, por supuesto, y aunque pues ya yo sabía mucho más inglés, llegué a un ámbito diferente de investigación. Nunca había trabajado en investigación. Aquí la mayoría de mis compañeros de trabajo eran afroamericanos con un acento bien sureño, entonces muy difícil de entender al comienzo. El horario era otra cosa que era bien difícil para mí, porque en Colombia y en Bogotá, sobre todo, los horarios siempre son, empiezan bien temprano. Ósea, empezamos tanto el colegio como el trabajo y todo casi siempre 7 o 8 de la mañana. Y me acuerdo la primera vez al comienzo, cuando yo llegué acá, no tenía la oficina todavía, no estaba lista. Entonces trabajé mucho desde la casa, lo cual fue difícil también porque pues era más soledad y yo soy una persona de gente, entonces era como medio mucha depresión porque decía bueno, ¿y qué hago? ¿Y con quién hablo? Aunque mi trabajo era--. Me dieron todo para leer. Esto es lo que ya hemos hecho de estudio. Era un programa para cambiar hábitos en alimentación y ejercicio para mejorar la presión arterial. Y se había hecho con afroamericanos. Se había hecho con personas blancas y ahora lo querían hacer con latinos. Entonces me dijeron, bueno, usted lea todo esto y díganos cómo hacerlo con los latinos. Entonces pues yo tenía que investigar, buscar, llamar. Pero claro, era como qué más--. ¿Cómo lo hago? Y al comienzo en la casa, entonces era difícil, porque era muy sola.
DV: ¿En algún momento sentiste que tenías que integrarte a la comunidad latina para saber cómo hacer el estudio? ¿O eso es algo que pasó después?
PRG: Eso pasó como orgánico un poquito mientras yo buscaba. Porque claro, yo empecé a buscar y yo decía qué organizaciones hay aquí que puedan--. Y bueno, uno cuando había venido a la entrevista había traído a mi hija y había conocido El Centro Hispano. Entonces, cuando estaba en esa investigación, pues fui al Centro. Primero fui a otras organizaciones y luego al Centro Hispano y ahí encontré por fin esa acogida. Y también, la situación con lo de la oficina era entender un poco también esa, pues las dinámicas acá, ¿no? Entonces, ¿qué se espera de ti? ¿Cómo es el trabajo? Y en investigación lo otro es, yo pues toda mi vida trabajé y ahora me contrataron para un trabajo y aquí está su sueldo. Aquí cuando llegué a este ámbito, al comienzo cuando yo empecé ya a hacer mis cosas y a decir bueno, ya podemos empezar a hacer más. Y la respuesta era, pero es que no tenemos los fondos para hacerlo. Porque los fondos solo nos dan para esto. Entonces si necesitamos traducir, no tenemos fondos para traducir. Si necesitas crear material, no tenemos fondos, si necesitas imprimir, no tenemos. Entonces era como que yo, ¿cómo así? Claro, entendiendo un poco más con mi esposo y él me decía, sí es que depende de grants, de subvenciones, de contratos. Y entender eso pues fue un poco interesante. Entonces también esa parte. También, la primera vez que fui a la oficina ya en forma, fue interesante porque dejé la niña en el jardín temprano, toda emocionada de llegar a la oficina. Llegué--. Dejé a Ana María en el colegio y llegué a la oficina a las 8, y cuando abrí sonó la alarma y se me olvidó que había alarma, que me habían dado el código. Y esa alarma sonaba y sonaba [Risa]. Y yo decía, porque en la oficina no había nadie. Todo el mundo llegaba 9:00-9:15. Y yo decía, ellos me dieron una hoja, yo buscaba. La policía llamó, yo no encontraba. Bueno, sí, fue bien interesante mi primera experiencia en eso. Pero, y también, el manejar es súper diferente acá, pues acostumbrado uno al caos de Bogotá, los semáforos, los cruces. Cuando un carro viene de frente y uno va de frente y yo decía, pero este mi carril y es que este va para allá, yo voy para allá [Risa]. Comprar comida--.
DV: Ósea, ¿te pareció más difícil manejar acá?
PRG: Al comienzo. Entender, y mi esposo se burlaba porque me decía--. Yo cruzaba y él me decía, pero si vas en esta línea ¿por qué te cruzas a esta? Y yo no, yo no me crucé, y él sí te cruzaste. Y después él decía claro, es que como en Bogotá no hay líneas en las calles [Risa]. Y yo decía allá sí hay líneas. Y después volvimos y yo decía: de verdad aquí no está marcado cada carril. Fue bien interesante. Y también en el comprar comida. Y entender, como nutricionista, pues ese cambio también de la comida. Cuando tú vas aquí al supermercado, pues no son las marcas. Algunas marcas que tenemos allá, pero otras sí. Y tantas opciones que tú dices, ¿cuál escojo sin conocer? Y lo otro es el cambio del dinero. Al comienzo yo decía, uy no, ¿pagar todo esto por una garrafa de leche? Porque tú lo conviertes en pesos colombianos y era como que, ¡ay no! Esto está carísimo. Entonces sí, bien interesante. Toda esa parte, pero al final cuando llegué al Centro Hispano, creo que fue el momento, como que me ayudó también como a entender. Bueno ya, ya aquí puedo hablar español, la gente me entiende, yo entiendo. Aunque también fue interesante porque pues yo viví toda mi vida en Bogotá, en Colombia, claro, y viajé y todo, pero ya llegar acá y encontrarme con latinos de otros países donde hablamos diferente español, diferente terminología, eso también fue bien, bien interesante. Cuando llegué al Centro, la verdad se emocionaron mucho porque yo llegué allá. Bueno, es que yo soy nutricionista y llegué de Colombia. Estoy haciendo esto, ese es mi trabajo y todo el mundo: uy, nutricionista que habla español, que bueno, que emoción porque aquí no hay. Hemos traído algunas que hablan español, pero no entienden la cultura, entonces tuve una acogida grande y fue bien interesante. Entonces me invitaron a darle una charla a este grupo y el primer grupo de mujeres al que le di una charla que eran como 20, 25 mujeres. Conceptos básicos de nutrición; fue interesante porque yo estaba hablando y ellas estaban como que me miraban y unas se hablaban, otras se reían y yo, ¿qué está pasando? Cuéntenme. Y entonces me dijeron es que no le entendemos nada de lo que usted está hablando. Usted menciona un poco de comida, toda rara y yo, ¿cómo así? Entonces claro, yo hablaba de alverjas, habichuelas, mazorca.
DV: Mazorca [Risa]. Maíz.
PRG: Entonces sí, esas eran como que--. Me tocó empezar a traer dibujos, a dibujarles, a hablar. Entonces aprendí que era elote, ejote, chícharos, aguacate palta en Perú. Ósea, empecé a aprender todo esto y a decir bueno, esto es lo que--. Y es--. Y para mí, claro, era también investigar, buscar. Me acuerdo que compré un libro que tenía la foto de algunos alimentos y el nombre abajo en diferentes países. Sí, como se decía en diferentes países. Y Mariana en esa época tendría, ¿que? Cinco años. Tomó el libro y me dice Mami, este libro está mal. Yo le dije, ¿por qué? Me dice, ¿se supone que es comida, cierto? Y yo le dije sí; me dice, ¿y qué hace ese cactus ahí? [Risa]. Entonces fue bien interesante aprender. Y entonces eso me ayudó muchísimo también para mi trabajo, porque yo decía bueno, si queremos que la comunidad de verdad haga estos cambios, pues tenemos que ser sensibles a lo que ellos utilizan. Y ahí fue donde la primera vez choque un poquito porque, me acuerdo, llevaba como tres meses, tal vez, le dije a mi jefe que quería hacerles una presentación a mis compañeros de trabajo sobre lo que había encontrado en la comunidad, lo que había aprendido. Pues para que entendieran. Y fue interesante porque la reacción de ella al comienzo fue, ¿y tú si crees que te van a entender? ¿Tú puedes hacerlo? Y yo le dije sí, ósea, esa es otra cosa que mi esposo dice que a veces le da risa porque él me dice, tú confianza en ti misma a veces porque, no te importa, tú te paras y haces. Y yo le dije sí, claro, y si no me entienden, igual lo voy a imprimir para que ellos puedan ir leyendo. Entonces hice mi presentación en PowerPoint, no sé qué. Les mostré gráficas, esta es la población aquí en Carolina Norte, en Durham. Y me acuerdo que cuando terminé todos me miraban como--. Y uno me dijo, nosotros no sabíamos que tú podías hacer todo esto. Fue como un choque. Y yo decía, ¿pero por qué no? Porque siempre estás como callada. Y como que no sabíamos que sabías tanto. Yo le dije no, es que, estoy aprendiendo y todavía--. Entonces de pronto no me ven interactuar mucho, pero yo estoy absorbiendo todo y estoy trabajando y esto es lo que estoy haciendo. No sabíamos que podías hacer la presentación en PowerPoint, ósea, era como que--. Fue interesante, aunque yo, como siempre dije, lo voy a tomar con el beneficio de la duda, soy la primera persona latina que tienen en la oficina, de pronto no saben bien que es Colombia. ¿Dónde queda Bogotá? ¿Dónde queda Colombia? [Risa]. De pronto--.
DV: ¿No sabían que no sabían que podías hacer PowerPoint?
PRG: Sí, fue interesante. Y después ya como a los seis meses fue cuando le dije a mi jefe estoy lista para hacer un piloto del estudio. Entonces ella me dijo, pero no hay fondos para hacer nada más. Yo le dije no, pero es que yo lo puedo traducir, yo puedo crear mi propio libro. Y pues teníamos los materiales tanto en láminas--porque en esa época usábamos todavía láminas--y yo puedo hacer el libro, ósea el librito. Y hacíamos un librito donde apuntan las personas, lo que comen, el ejercicio, bueno en donde les vamos enseñando eso. Entonces, yo le dije tranquila que yo lo hago, entonces yo me organicé, hice mi libro, lo imprimí. El librito era media página, entonces eso sí, yo creo que muy a lo colombiano. Yo misma con la guillotina, cortaba el librito, lo cosía en un corcho para que quedara el gancho en la mitad, porque no teníamos cocedora de esas de metal y el corcho. Y luego dobla el gancho y--. Bueno, y allá legue con mi material. [Risa]. Y todos, ¿de dónde sacaste eso? ¿Cómo hiciste eso? Y yo no, es material de aquí. Entonces todos eran como que--.
DV: Te las inventaste.
PRG: Exacto. Y fue interesante porque al fin ella, ¿pues que me dijo? Bueno, haz el piloto, organízate, y pues yo--. Al comienzo también lo otro, que yo creo que eso es algo muy importante y también lo aprendí de mis padres, es la humildad. Siempre entender que hay personas--. Que tú no te lo sabes todo, que hay personas que saben más, que te pueden enseñar, que todos los días puedes aprender de todo el mundo, de cualquier persona, no importa quién sea, todos los días puedes aprender algo. Y al comienzo también, como yo estaba aprendiendo, me mandaban mucho con mis compañeras de trabajo, que estaban haciendo la investigación con otras poblaciones. Entonces me decían bueno, puedes ir y ayudarles, pero tu trabajo va a ser solo entregarles las instrucciones de dónde hacerse los laboratorios, de cómo tomar la muestra de orina, entregarlos. ¡Sí, claro! Entonces yo iba. Luego, ¿tú crees que les puedes tomar la presión arterial? ¡Sí, yo puedo! Yo puedo hacer eso. Siempre, entonces aprendí muchísimo de todo eso. También, una vez me pidieron si podía revisar--. Eran como 156 personas que teníamos en el estudio y tocaba revisar hoja por hoja que los cálculos de la presión arterial que les tomábamos tres nos--. Qué bueno, que todo estuviera bien y si no tenía que hacerle corrección que eso es súper importante en investigación, e hice mi trabajo, me encerré una semana en la oficina y las hice todas, pero todo eso me ayudó porque cuando ya me dijeron bueno, puedes hacer el piloto, yo tenía todo ese conocimiento que ya había adquirido, práctico ahí.
DV: ¿Y cuánto tiempo ya llevabas haciendo eso?
PRG: Eran seis meses que llevaba ahí, y fuimos a hacer el piloto, entonces lo hice en El Centro, ahí reclutamos las personas. Empezamos a entrenar promotores de salud y al final logramos hacer el estudio también y sacar varios artículos de esta experiencia. Pero mientras yo hacía todo eso, aprendí mucho de--. Específico, por ejemplo, de lo que significa El Centro para la comunidad. Porque fue lo que me pasó a mí. Así llegué yo al centro, yo voy El Centro Hispano, tienen que de alguna manera me pueden dar información, me pueden ayudar y la acogida que yo tuve, pero a la vez esa acogida no solo de los que trabajaban, las personas que trabajaban en esa época en El Centro, pero de la comunidad, porque la comunidad me veía ahí y yo empecé a hacer más voluntariado en El Centro, entonces me pedían ay, no vino, no sé quién, pues ayudarnos con esta otra charla o había una feria de salud. Entonces yo venía con mi mesa y mi sombrero de fruticas. Y hacía cosas. Entonces la comunidad me veía y al verme ahí mucha gente empezó a contarme sus historias sin preguntar, porque eso es otra cosa. Eso sí, yo no--. No preguntó demasiado. Si la persona no quiere compartir conmigo, siento que eso es como una línea de respeto que hay que mantener. Pero la gente me veía ahí seguido. Entonces a veces yo estaba sentada y alguien llegaba y me decía no, es que imagínate que me pasó esto, o cuando yo me vine… y empecé a escuchar todas estas historias de inmigración y lo que estaba viviendo la comunidad, y también lo otro es que empecé a participar en un grupo que está en Durham, en otras ciudades, pero donde lo que hacíamos era visitas domiciliarias y organizábamos grupos en los vecindarios, en los barrios, para escuchar qué es lo que está pasando y cómo poderles apoyar. Entonces eso también me ayudó mucho porque fui a muchos barrios, a muchos vecindarios y entonces ya la gente me hablaba sobre sus historias y todo. Y ahí fue cuando yo empecé a entender también que tenía que hacer algo más, no solamente mi trabajo, como cómodo de alguna u otra manera. En la universidad en Duke, pero como apoyar a la comunidad y como desde un privilegio que tengo de lo que sea. Aunque soy inmigrante, aunque haya pasado por lo que haya pasado, pues tengo muchos privilegios. ¿Cómo podía apoyar a las personas que no tenían tantos privilegios? Me pidieron ser parte del board, de la junta directiva del Centro Hispano en el 2005. Y de ahí pues de alguna u otra manera pues empecé a mirar cómo buscar más fondos para la organización, a entender también un poco más cómo funciona el mundo del non-profit. Porque no sabía en Colombia, porque pues siempre trabajé en clínica, estaba involucrada en eso. Pero aprender cómo funciona y aquí en Estados Unidos y como tocaba ir y tocar puertas en otras partes, para conseguir subvenciones, becas, contratos, lo que fuera para apoyar nuestro trabajo. Y estuve en el board, en la junta directiva. Al comienzo entendiendo, aprendiendo. Creo que al comienzo empecé como secretaria de la junta. También aprendiendo cómo funciona una junta directiva.
DV: Era tu primera vez.
PRG: Era mi primera vez, porque en Colombia, pues las juntas directivas--.
DV: ¿Y hacías algo más, pues, otro trabajo por fuera de la junta directiva? ¿O solamente estabas trabajando con la junta directiva en ese momento?
PRG: En ese momento con la Junta directiva, y a veces les ayudaba de voluntariado dentro del Centro y pues seguía con mi trabajo en Duke haciendo la investigación. Sí, seguía haciendo lo de la junta directiva, era también voluntariado ahí con El Centro, pero sí, seguía con mi trabajo en Duke. Y al final terminamos nuestra investigación. Fue un poquito difícil también entender cuando empezamos a--. Porque ya hubo más fondos, se trajo una especialista a nuestro equipo y se empezaron a escribir los artículos con los resultados del--. Y también fue un poquito difícil entender en ese punto esa parte de cómo para los académicos es tan importante eso, ¿no? Ósea, el escribir un artículo, el que mi nombre quede primero, el que mi nombre, quede al final. El que--. Porqué, pues para mí como que esa jerarquía, digamos profesional, no había tenido esa experiencia y empecé a experimentar un poco de inequidad en ese punto. Porque, aunque yo tenía que hacer--. Se me pidió hacer todo el trabajo de cierta manera, al final ni iba a aparecer en los artículos, pero tenía que escribir, hacer. Y para mí eso no fue adecuado. Y pues yo hablé con mi esposo y mi esposo, si sería que entendí mal, pero hablé con esa otra persona, me dijo sí es que así es, porque yo soy XX y tú eres nutricionista y claro, yo no homologue mi carrera acá, entonces yo no puedo ejercer como de manera individual, puedo trabajar con grupos como lo hice, pero no puedo--. Soy como técnica más o menos y yo dije, pero eso no es justo, porque si yo estoy haciendo el trabajo, pues tiene que haber los créditos. Y claro, mi esposo se puso muy bravo y me dijo eso no es así, yo trabajo en esto, soy médico. Mi esposo es médico, trabajo con enfermeras y todo, y cada persona hay que darle su crédito. Entonces hubo un choque en eso y al final dije esto no, pues de pronto este no es el camino, voy a terminar. Porque eso también siempre, yo les insisto mucho a mis hijas. La ética profesional es importantísima y sea el trabajo que sea, tú tienes que dar el 150%, lo que sea, porque es, eres tú. No porque te digan, no porque te van a dar más, no porque te saquen, no porque te echen. No, es porque es lo que si tú estás trabajando y por eso siempre busca algo en lo que tú te sientas cómoda y feliz, porque así tú puedes dar todo de ti. Y también, pues eso, el trabajo es el 80% de tu vida y si no te gusta, que terrible. Y ojalá nunca nos pase que uno diga, uy, hoy me tengo que ir a--. Claro, hay días que uno dice: ay, qué pereza [Risa]. Pero no que uno diga: ay, tengo que ir allá, uy, terrible. Entonces empecé a sentir eso y dije bueno--. Y había salido una oportunidad, había estado apoyando a otro grupo. Una psicóloga que trabaja mucho con cáncer, que era parte de nuestro grupo de investigación. Iba a empezar un trabajo con latinos a cómo ayudarles a dejar de fumar. Y se usó, la época en que la mujer estaba embarazada. Como un momento importante en donde se podía trabajar con los hombres latinos para dejar de fumar y les había ayudado con un piloto y todo. Y ella me dijo, bueno cuando termines esta investigación, ¿por qué no te vienes a ser como la que maneje nuestro proyecto de este estudio? Porque recibimos--. Bueno, se dio esa coyuntura. Pero también en ese momento en El Centro estábamos mirando cómo, pues la comunidad seguía creciendo o sigue creciendo. ¿Y cómo la organización podía seguir creciendo? De esa manera, pero también de una manera que pudiéramos integrar, no como aislada, una organización aislada, sino como una organización integral de la comunidad en general. Y el comité ejecutivo de la Junta me pidió--. Estábamos pensando en cómo cambiar el liderazgo de la organización y me pidió ser la directora interina por seis meses. Y así fue como--.
DV: ¿En el 2009?
PRG: Eso fue en el 2009. Entonces cuando yo estuve en la junta directiva, estuve varias veces como secretaria, como directora de la Junta, a veces codirectora. En 2009, entonces dije bueno, sí conozco El Centro porque había estado bien involucrada, apoyando en programas y todo, y así como empecé de interina y bueno, ya llevo casi--. En marzo del año entrante cumplo 15 años de ser la directora del Centro. Ha sido bien interesante. Porque claro, yo entendía muchas cosas, pero tampoco--. No sabía muchísimas otras cosas.
DV: Siempre has estado aprendiendo entonces, ¿no?
PRG: [Risa] Es cierto. Todos los días.
DV: [Risa] Bueno, eso está muy bien. Antes de que entremos a tu labor con El Centro, desde que has sido presidente y directora. Sé que también el baile ha sido otro interés paralelo que has tenido por tu vida desde que vivías en Colombia, ¿no?
PRG: Sí, sí.
DV: Cuéntame acerca de este hobby.
PRG: Bueno, mi mamá siempre, como buena psicopedagoga, nos inculcó a mi hermano y a mí que era muy importante tener como una vía de escape, como un hobby, que nos diera, que nos ayudara a sentir contentos. Y como que uno dijera, ¡ay qué rico hacer esto! Aparte de la responsabilidad en esa época, pues, estudiar, porque eso siempre ellos nos decían su única responsabilidad es estudiar, que es lo único que les podemos dejar nosotros porque no tenemos bienes ni nada para dejarles el día que no estemos, pero la educación. Y pues tratamos diferentes cosas y para mí el baile fue lo que me gustó más. Y desde que tengo siete años, entré a una academia de baile de folclor internacional allá en Bogotá. Y bailé--. Bailábamos folclor de todas partes. Casi de verdad que poco Colombiano, pero bailábamos mucho folclor de--. Mucho español. Flamenco, jotas, todo eso. Pero también italiano, ruso o árabe.
DV: Wow.
PRG: Sí, me encantaba y eso lo hice hasta que me vine. Inclusive embarazada de las dos niñas, pero más cuando tuve a Ana María, la primera, bailé en una presentación y todo. Es interesante porque lo que hacíamos allá era que todo el año practicábamos y al final se hacía una presentación grande en Teatro Grande, bailamos en el Colón, Jorge Eliécer Gaitán, en diferentes teatros. Muy bonito y mi hija, la menor, desde los dos años, yo la llevé a ver si le gustaba y le gustó. Entonces su primera presentación tenía dos añitos y medio, también en teatro así, entonces ella baila desde los dos años y cuando nos vinimos pues dijimos bueno, vamos, llevemos nuestros vestidos, porque cada año teníamos que hacer por lo menos ocho vestidos diferentes. Entonces empezamos a escoger y pues teníamos nuestro vestido de cumbia también, y dijimos algún día vamos a bailar cumbia en Estados Unidos porque decíamos bueno, lo demás como que--. Y cuando llegué, la semana que llegué, nosotros llegamos en septiembre 18 del 2004. A la semana llamé a la que era en esa época la presidente de la Asociación de Colombianos en el Triángulo. Pues para conocer qué más--. Buscando todas mis conexiones. Investigando y después de que hablamos ella me preguntó y me dijo: ¿oye, de casualidad tú no bailas? Y yo dije claro que sí, ¿por qué? Me dice, es que es el mes de la Hispanidad y yo me comprometí en la iglesia a llevar dos bailes de Colombia y nadie se le quiere medir. Entonces yo dije, pero ¿qué es el mes de la Hispanidad? [Risa]. Porque no tenía ni idea. Entonces ella: no, que es que aquí se celebra. Entonces todo el mundo hace eventos. Entonces yo le dije listo. Sí, yo puedo bailar cumbia y joropo. Me dijo bueno, ¿estás segura? Yo dije sí, sí yo voy con mi hija. Entonces yo colgué y yo dije, ¡uy, Ana María! Ya tenemos nuestra primera presentación de baile. ¿Como así? Imagínate 16 años tenía ella. Y yo sí, en una iglesia, que algo así, que celebran, que no sé qué. Y ella no, pero mami, ¿cómo así? Y nosotros--. [Risa]. Y al final yo le dije bueno, tu bailas de mujer y yo de hombre. Ahí nos acomodamos con nuestros vestidos, todo el rollo y nos fuimos a bailar al mes de la Hispanidad y fue interesante porque, pues, allá bailamos en teatro y eso. Yo había bailado así con público directo, como en tres oportunidades. Cuando había--. Turbay estaba corriendo por presidente y no sé por qué invitaron a la de la Academia y ella le encantaba cómo bailábamos joropo mi amiga y yo. Yo tendría como 11 años y yo siempre bailé en Colombia de hombre, no sé porque siempre me tocaba de hombre y pintado bigote y todo, y patillas. Y me acuerdo que eso hasta salimos en el periódico y nos llevaron como a tres eventos. Pero no habíamos bailado así y mi hija había bailado. Entonces claro, cuando llegamos fue un poquito como sobre todo para ella, como que pena aquí en la calle. Pero al final bailamos y pues a la gente le encantó. Y de ahí decidimos--. Nos empezaron a llamar a otras cosas y decidimos, bueno, formemos el grupo. Y la de la Asociación Colombiana me había dicho, y yo hacía rato quería formar un grupo. Y bueno desde esa época formamos nuestro grupo de danzas. Y algo que también creo que tengo yo y que aprendí de mis padres, fue como la constancia para hacer lo que quieres hacer y hacerlo bien. Entonces mis hijas dicen a veces que soy intensa, extrema [Risa]. Pero con el grupo, y creo que pues en todos estos años hemos evolucionado a diferentes cosas del grupo. Porque--aunque no es un grupo profesional, y la idea pues es compartir, estar juntos--también tenemos una responsabilidad grande cuando salimos a bailar porque estamos representando nuestros países, nuestra cultura. Y queremos que la gente lo vea y que nos vea, que lo hacemos con esa responsabilidad y esa seriedad. Entonces el grupo ha ido evolucionando, la chiquita mía en esa época tenía cuatro años cuando nos vio bailar y se emocionó porque en Colombia no quiso entrar, no le gustó. Pero cuando nos vio se emocionó y entonces empezamos grupo de niños también para que bailaran. Y ahorita pues el grupo hacemos folclor de diferentes países de Latinoamérica; porque tenemos gente en el grupo de Puerto Rico, Uruguay, Argentina, México, Chile. Tenemos una persona de Trinidad y Tobago.
DV: ¿Llevas muchos años en esto?
PRG: Sí, desde que llegamos. Lo formamos--. Ha ido evolucionando, gente viene, gente va. Primero tenía un nombre, luego tuve una socia, luego no. Ha ido evolucionando, pero ahorita sí porque mis hijas también me ayudan a dar clases. Tenemos otro profesor. Ha sido bien bonito porque para los adultos es como mantener, es casi como decimos, un grupo de apoyo. Porque al final se convierte como en esa familia que no tienes, en ese grupo de amigos. ¿Y qué nos une? el bailar, la música, el mostrar nuestro folclor. Entonces, es como un grupo de apoyo para los jóvenes y los niños. Lo que yo veo es mantener cómo mantener tu idioma uno; porque todas las clases son en español. Dos, cómo mantener tu cultura y tus raíces y sentirte orgulloso de tus raíces. Entonces vemos los chiquitos cuando salen a bailar y ven el público, algunos se asustan la primera vez. Otros les encanta porque--. Y lo que le digo a los más chiquitos no importa. Las mamás a veces son, pero es que yo no sé si esté lo va a hacer bien. Yo le digo los chiquitos ya la gente con verlos con su vestido, su traje, ya. Si se dio la vuelta para allá--. Ya los adolescentes, los más grandecitos, los jóvenes y los adultos, sí la gente se fija más un poco en qué es lo que está haciendo. Para los jóvenes, yo veo--. Por ejemplo, para tanto Ana María como Mariana les ha ayudado mucho a eso. Y les ayuda--. Una mamá, una vez me decía, yo veo la diferencia ahora, cuando van a hablar en público, cuando van a salir y hablar con la gente ya lo hacen con mucha más seguridad. Porque ya sean parado en un escenario a mostrar su folclor. Entonces, sí, con el grupo este año tuvimos como 108 presentaciones, en escuelas, en los museos. Bailamos en matrimonios, en quinceañeras, en donde nos llamen. En donde nos llamen, ahí estamos.
DV: ¡Wow! Te mantienes muy ocupada.
PRG: Sí, sí, sí.
DV: Okay. Bueno, ahora regresemos entonces a otra vez al Centro Hispano. Cuéntame acerca del Centro, desde que llevas de directora, de tu liderazgo aquí.
PRG: Sí. Bueno, entonces cuando yo tomé El Centro. Pues fue un poco mirar cómo podemos estructurar o reestructurar la organización para poder. Siempre he pensado cómo la hacemos más sostenible. Porque es una organización que significa mucho para la comunidad, y no solo para la comunidad latina, pero también para la comunidad en general. Porque somos un puente, que nuevamente como llegué yo, cierto. Y mucha gente llega así. Es un puente entre la comunidad en general y nuestra comunidad. Entre los servicios locales, estatales, de otras organizaciones y la comunidad. ¿Cómo llegamos--entre corporaciones, negocios--cómo llegamos a la comunidad? Pero, y cómo lo vemos nosotros nuestra labor es, cómo logramos hacer ese puente y enseñarle a esta otra comunidad externa cómo hacerlo con responsabilidad, de una manera culturalmente apropiada y con respeto hacia la comunidad. Así sea un negocio que lo ve como un cliente, claro, pero usted tiene que entender este cliente y usted que no solo va a absorber ese cliente, pero ¿qué le va a aportar usted a ese cliente? Entonces empezamos a mirar cómo podríamos reestructurarlo. Y la otra parte que empezamos a trabajar fue, no busquemos los fondos en--. Sale este proyecto, tomémoslo. Sale este proyecto, tomémoslo. Porque eso, ¿qué genera? Genera que tomaste este proyecto, este proyecto dura un año, dos años, tres años, se acaban los fondos. ¿Y entonces qué haces con esta persona que contrataste para este proyecto? ¿Qué haces con esta persona? Porque eso tampoco ayuda a la estructura de la organización. Entonces decidimos, bueno, cada--. Hacer nuestro plan estratégico, por supuesto. Pero también cada año, seguirlo. Que eso es difícil, porque yo había sido parte de varios planes estratégicos en El Centro, bueno, de uno. Pero se quedaba ahí. Ah lo hicimos, muy bonito el papel, y luego--. Pero no, ¿cómo lo estamos llevando a cabo con el día a día? Es un proceso. Esto nos tiene que guiar el proceso de cada año. Y luego cada año evaluar cómo vamos. ¿Qué pasó, qué logramos, qué no logramos? Pero también evaluar y mirar cuáles han sido las necesidades de la comunidad que han cambiado. Qué están haciendo otras organizaciones para que nosotros no tengamos que hacer lo mismo y cómo lo están haciendo y que sí debemos hacer nosotros. Y basados en eso, entonces busquemos los fondos. Y cada vez que aparezca un proyecto o algo, preguntarnos: ¿cómo esto realmente apoya estas metas que nos pusimos, estos objetivos que nos pusimos este año? Porque así ya sabemos, eso lo puede hacer fulanito, o es de este departamento, o de este departamento. Y empezamos a hacer esa parte. También lo otro que pasó en ese momento fue nuestra expansión a Carrboro, que fue, realmente--. No lo estábamos buscando. Pero la organización que existía en Carrboro, en el 2010, 2009 finales, decidieron que tenían que cerrar. No tenían dinero, no tenían el liderazgo para continuar. Entonces vinieron a nosotros y dijeron, ¿cómo nos pueden apoyar? ¿Cómo pueden apoyar a la comunidad en Carrboro? Y nuestra junta directiva decidió: bueno, tenemos unos fondos de reserva, utilicémoslos para abrir la oficina en Carrboro y abrimos en el 2010. Fue un reto bastante grande porque, así como la gente recordaba cosas buenas de la organización anterior, también recordaba cosas no muy buenas. No nos conocían mucho, entonces llegamos a periodo de prueba, digo yo. Porque buscar fondos fue difícil, porque la gente no nos conocía. Entonces convencer de que sí podemos hacer esto, fueron tres años al comienzo difíciles. Lo otro que lo hizo difícil fue que en el 2010 hubo la recesión bien difícil y nuestros fondos que recibíamos del estado, de otras organizaciones, algunos de ser 250 mil dólares al año, se volvieron a cero. Entonces fue como. ¿qué vamos a hacer? Nos tocó cortar personal, nos tocó que nos redujeran el salario. Fue difícil. Yo tomé entonces un corte más grande que los demás, pues para ser solidaria. Porque también esa es otra parte. Yo siempre he pensado que uno lidera con el ejemplo, que uno no puede decirle a la gente tenemos que llegar a los eventos puntuales o lo que sea, y yo llego tarde. Porque, es como pues claro, chévere decirlo, pero pues hacerlo. En cambio, cuando tú lo has hecho es más fácil decir, sí se puede hacer. ¿Cuáles son esos obstáculos para que no lo puedas hacer? Pero sí se puede lograr. Y bueno, fue una época bastante difícil donde pasamos--. Había meses en los que era: y ahora ¿cómo vamos a pagarle a la gente? Fue bien difícil. Pero fui afortunada que tenía a la mayoría de los de la junta directiva que apoyaban bastante. Pero fue difícil. Y como líder a veces es difícil porque tú no quieres pasar esa angustia a tu personal. Pero tampoco te la puedes cargar sola. Entonces es como ese balance de cómo trabajamos entre todos. Y la otra parte que también ha sido interesante es que muchas de las personas que estábamos en El Centro en esa época habíamos empezado como yo, como voluntarias. Porque es que si la gente--. El otro día estuve en una graduación y yo decía bueno, la gente se pregunta muchas veces y que hace ella, que era una nutricionista dietista [Risa]. Porque alguna vez tuve una persona que trabajaba para nosotros que me dijo, ¿pero es que qué hace esta persona de gerente de ese departamento si ni siquiera tiene un PhD? Si ni siquiera ha estudiado acá o algo. Y entonces yo le dije si nos vamos a basar en eso, yo no podría estar en esta silla. Porque yo no tengo ningún máster, ni PhD, ni nada. Y a veces pues eso no es lo más importante. Sí es importante entrenarse. Y claro, yo he hecho cursos, me he entrenado. Siempre aprendiendo, todavía lo hago. Pero es parte--. Y mi punto era que sí, muchos voluntarios que fuimos evolucionando a ciertas posiciones, pero que llega un punto en el que, si tú no te entrenas, no mejoras tu inglés, no mejoras tus habilidades en escribir en inglés para poder escribir becas, subvenciones, un email bien escrito, qué sé yo. Pues llega un punto en el que tú puedes tener toda la mejor intención, pero no puedes avanzar. Y estábamos teniendo un poquito de esa situación. Donde era difícil para mí porque prácticamente un punto en el que yo tenía que representar en todo. Entonces por eso he participado en no sé cuántos comités, juntas directivas, de todo [Risa]. Porque también esa es mi otra creencia. Si nosotros queremos ser parte de la comunidad, que nos vean, que nos escuchen, que nos apoyen. Pues nos tienen que ver y nos tienen que escuchar. Entonces no tenemos que esperar a que vengan, tenemos nosotros que salir, y parte de eso, es como toda relación, yo pienso que es ese dar y recibir. La relación siempre es un 50 y 50. Entonces, ¿cómo doy? Bueno, que el Chancellor, que no me acuerdo como se dice en inglés--. En español.
DV: ¿El canciller?
PRG: El Canciller de Duke creó este comité de salud, entonces invita al Centro y no, pero yo no tengo para eso. Ellos siempre quieren mostrar y decir--. Pero qué tal si yo voy y me ven, y después de que yo escucho y participo y estoy ahí un día. Yo puedo decir miren, esto es lo que está pasando, ¿cómo nos va a apoyar Duke en esto? Pero si yo no estoy y no voy, y de pronto me aparezco. Entonces, crear--. Eso también ha sido como otro de mis objetivos, crear otro liderazgo dentro de la organización que pueda representar también. Y que tenga, y que entienda esa parte de que hay que hacer esa relación mutua. Creo que con el tiempo hemos logrado eso y también es un fenómeno que yo creo que ha ido evolucionando. Porque uno también siempre escuchaba, es que no hay estos profesionales médicos, es que no hay estos profesionales en las escuelas, bilingües. Bueno, ayúdenos a buscar. Y no había, porque éramos una comunidad muy nueva, donde apenas estábamos desarrollando eso. Ahorita ya hay mucho más profesional bilingüe, muchas más personas capacitadas en todas las áreas. Todavía faltan un montón, pero ya hay más personas y creo que eso ahí--. Creo que eso ha sido algo que la comunidad en general ha tratado de hacer y que hemos tratado de hacer en El Centro, ¿qué es eso? Desarrollar ese tipo de liderazgo, de profesionales. Cuando digo profesionales no es solamente gente--. Yo siempre he dicho, no es solo de universidad o profesionales, que cuando tú haces tu trabajo sabes lo que estás haciendo, te gusta y lo haces bien. Puede ser que ni siquiera hayas terminado primaria. No importa.
DV: Hacerlo profesionalmente.
PRG: Exacto. Entonces creo que ese ha sido también una evolución del Centro. Pasamos como esa situación tan difícil, económicamente. Hubo un punto después, a los tres años de que estábamos en Carrboro de que--. Porque fue difícil y era difícil porque teníamos que repartir un poco de los recursos que conseguíamos para las dos oficinas y mantener la oficina en Carrboro. Pero creo que pudimos ir demostrando que sí podíamos hacer el trabajo y que era un trabajo bien hecho con la comunidad. Algo que nos ayudó allá a hacer esto fue que encontramos, cuando abrimos la oficina, una situación diferente que fue la de los jornaleros. Que son las personas que se paran en una esquina a esperar a ser recogidos. Entonces hay un problema social porque están parados en la esquina sin baño, mayoría hombres. Pasan las mujeres entonces les dicen cosas. Entonces es algo un poco--. Y por otro lado, la situación que ellos viven que es sin un baño, si está frío, si está haciendo calor y fuera de eso, robo de salario, se los llevan a trabajar y no les pagan. O les pagan nada. Entonces cuando llegamos a Carrboro nos involucramos en esa situación y trabajamos con las organizaciones que ya estaban trabajando en eso. Tenían un grupo de trabajo que involucraba la ciudad de Carrboro, el gobierno de Carrboro, de Chapel Hill, la Universidad, el trabajo social de UNC. Había otra organización de derechos humanos ahí. Llegamos y nos involucramos y después de traer organizaciones nacionales que nos explicaran cómo trabajar con jornaleros, que fuera una esquina organizada, un centro de trabajadores. Decidió este grupo de trabajo y el gobierno de la ciudad de Carrboro decidieron dar dinero para tener una persona que organizara, que ayudara a traer todas estas otras instituciones y personas juntas y mirar cuál era la mejor solución. Al fin dieron este dinero al Centro para que trabajáramos en eso. Y al final decidimos abrir en El Centro la Casa de Empleo y Liderazgo, CEL. Que es como un centro de trabajadores dentro de nuestra oficina en Carrboro. Ahí toda la comunidad en general vio y dijo, sí, El Centro sí puede hacer ese trabajo. Sí puede organizar a la gente. Sí tiene la estructura para hacer algo que se pueda mantener. Porque eso lo abrimos en el 2015. Ahorita tenemos no sé cuántos trabajadores inscritos, empleadores. La idea es eso, es conectar trabajadores con empleadores y ayudar a los trabajadores a que--. Esta es otra cosa que hacemos en El Centro, es entender la necesidad de la comunidad, pero también escuchar como creen ellos que puede ser la solución. Porque cuando empezamos a abrir, aunque hicimos grupos de enfoque y todo, nuestro objetivo principal era vamos a conseguirles trabajo permanente a todos estos jornaleros. Y eso no es lo que los jornaleros quieren. La mayoría jornaleros quieren, a nosotros nos gusta este trabajo de día a día. No nos gusta--. No queremos entrar a una cosa que es de 9 a 5. Algunos sí, algunos sí dicen, me gusta un trabajo fijo. Pero la mayoría dicen, me gusta la libertad de este trabajo. Ah bueno, entonces, cómo les podemos ayudar a que tengan un mejor ingreso, a que estén más seguros cuando salen a trabajar, a que aprendan otras habilidades. Ese es un ejemplo del trabajo que hacemos en El Centro y eso nos ayudó en Carrboro. Y finalmente, ahorita podemos decir que la oficina tiene su propio sostenimiento, por lo que recibimos de apoyo en el condado, con la ciudad, con las organizaciones y fundaciones de esa área, así como lo tenemos en Durham. En ese momento, después de que pasaron los años, siempre nos preguntaban, ¿bueno, y por qué no abrieron en Raleigh? Si en Raleigh hay más personas de la comunidad latina. Y nosotros porque es que, la situación fue más como necesidad que realmente nosotros decir nos vamos a expandir. Pero al final hablamos y miramos con la Junta y dijimos, ¿cómo podemos abrir una oficina en Raleigh? Aunque, en Raleigh hay más organizaciones latinas, que dan otros servicios. La diferencia que nos hace a nosotros únicos en El Centro es que tenemos la oficina de atención al público. Que es cuando la gente puede venir a lo que necesita El Centro, que eso es lo que no existe. Entonces dijimos, bueno, entonces sí tenemos cabilidad en Raleigh para apoyar esto, tenemos programa de salud, de educación, programas que no hay en las otras organizaciones y decidimos abrir entonces nuestra oficina en Raleigh en el 2020.
DV: Mmm.
PRG: Entonces abrimos a finales de febrero. ¿Y qué pasó? Llegó la pandemia. Y bueno, entonces eso fue difícil, pero también otra situación creo que importante, pensando en la evolución de la organización, es que el Consulado de México tiene una ventanilla de salud. Que es todos los consulados en Estados Unidos de México tienen esta ventanilla de salud y el objetivo es poder apoyar a nuestra comunidad mexicana, aunque puede ir cualquier persona. Y poderlo referir a servicios médicos de bajo costo para que pueda mantener una buena salud. Lo que se hace en la ventanilla es que se tienen promotores de salud que están educando continuamente a la gente que viene a sacar documentos al consulado. Mientras esperan, la idea es educarlos, darles educación dos, tres minutos; hablarles de cómo prevenir la hipertensión, como prevenir la diabetes. Como mejorar su peso y tener agencias que pueden traer información o recursos para la comunidad. Toma de colesterol, pruebas de VIH, bueno, nombrémosla, de oftalmología… y los promotores además de hacer la educación traen a la oficina la ventanilla, a la comunidad, la invitan. Les toman presión arterial, les hacen índice de masa corporal, miran como está, hablan en general de su salud, de todo eso. Y si la gente necesita, tenemos como referirlos a diferentes partes en las dos Carolinas. Y si la persona necesita un seguimiento porque la presión arterial es algo muy alta, el azúcar, les damos ciertas recomendaciones y después hacemos un seguimiento telefónico para que la comunidad tenga estos recursos.
DV: ¿Esta ventanilla de salud existe en Raleigh en El Centro?
PRG: Existe en el consulado, pero nosotros la administramos.
DV: Entiendo, ya.
PRG: Trabajamos con el Instituto de Mexicanos en el Exterior. Ellos dan parte de los fondos, nosotros recaudamos fondos para ese trabajo. Y en el 2017, la Secretaría de Salud Fronteriza decidió tener una extensión de las ventanillas y esta extensión fue dar unidades móviles de salud a 12 consulados en el país para que este mismo servicio se llevara con el consulado sobre ruedas, con el consulado móvil. El consulado sobre ruedas va a otras ciudades rurales, o pequeñas, o lejanas, por ejemplo. Porque no todos pueden venir de Carolina del Sur y Carolina Norte a Raleigh, al consulado. Entonces el consulado va y hace servicios y la idea es que esta unidad móvil fuera con estos servicios a hacer la ventanilla de salud móvil. Y nosotros fuimos una de las organizaciones a las que nos dieron esta unidad móvil. Entonces la trabajamos con ellos, ya ahora es más independiente, ahora es del Centro la unidad móvil. Pero seguimos compartiendo todos los servicios y sobre todo la información para ellos saber cómo está su comunidad en el exterior. Pero con esta unidad nosotros vamos ahorita a vecindarios, a donde están los granjeros o los trabajadores agrícolas. Vamos a eventos, estamos llevando esta unidad de salud a todas partes. Comento esto porque cuando llegó COVID, habíamos empezado una relación también con unos consultorios médicos latinos que dan servicio a bajo costo para la comunidad y ellos iban a estar saliendo con nosotros con la unidad a prestar servicio médico. Entonces, ya no íbamos a hacer solamente la parte que hacen los promotores, sino íbamos a dar servicio médico. Cuando llegó COVID teníamos nuestra oficina en Raleigh. Estos consultorios estaban abriendo en Raleigh y llegó esta pandemia y ellos dijeron nosotros todavía no tenemos el consultorio, déjenos hacer consultas, vamos a alquilar su unidad móvil. Estacionamos la unidad móvil donde está la oficina del Centro y ahí ellos hicieron consulta y nosotros hacíamos la parte de traer a la comunidad para que hicieran pruebas de COVID, pruebas de Flu, después vacunas. Digamos que tuvimos presencia en Raleigh, aunque no era la oficina abierta al público, pero para lo que se necesitaba en COVID. Esto nos ayudó, también a que tanto el Condado como el Estado viera que estábamos activos. Con mascarillas, con todo, porque esa fue otra situación interesante. Al comienzo hubo pánico de, ¿y ahora qué vamos a hacer? Para mí como líder, cómo vamos a mantener al personal si no estamos trabajando. Pero también cómo vamos a apoyar a la comunidad si la mayoría de nuestros programas son en persona. Entonces trabajamos con los gerentes de los departamentos, nos organizamos, escribimos un montón de becas que iban saliendo y al final hubo un día que yo dije, nuestra gente no se está cuidando y éramos los que más estábamos afectados. Uno, porque pues trabajadores de primera línea. Si te sentías enfermo, no podías decir, hoy me siento enferma me voy a hacer la prueba. Porque uno, no sabíamos si era gratis. Dos, no queremos dar nuestra información. Tres, no me van a pagar mientras yo me voy a hacer la prueba, voy a perder el día de pago. Para todo el mundo si en general la información de COVID era loca, en general, imagínate ahora en otro idioma. ¿Cómo hacer ese trabajo? La gente no tenía comida, trabajo y no se estaban cuidando. Yo recibía muchas llamadas y fotos; y decían mira, esta es la pulga donde están todos los vendedores latinos y la gente, llegan los vendedores, todo mundo y mira sin mascarilla. Entonces un día yo dije, vamos a salir. Y yo misma llamé a una persona que trabajaba acá que yo sabía ella no me va a decir que no [Risa]. Porque todo era dale, dale. Le dije, conseguí unas mascarillas donadas y nos vamos a ir mañana sábado, a este punto y vamos a entregar mascarillas. Le vamos a hablar a la gente de la importancia y de lo que está pasando. Nos fuimos las dos. El alcalde supo, de Durham, vino la concejal, mi esposo nos acompañó, otro amigo a tomar fotos y nos fuimos a repartir mascarillas. Nos organizamos de tal manera y al final dijimos si la gente necesita comida, eso es lo que vamos a hacer. Recojamos comida y alguien tiene que salir. No podemos nosotros quedarnos todos adentro a hacerlo. Vamos a salir y como yo salí ya la gente dijo bueno, entonces nos empezamos. Claro, con todas las precauciones, les conseguimos las mejores mascarillas, acuérdense los guantes. Bueno, todas las indicaciones posibles. Por esa organización recibimos del Estado--. El Estado dijo, bueno, queremos contratarlos para que nos ayuden. Al comienzo empezamos también--. Voy a ir un poquito atrás, antes de COVID. Habíamos reiniciado el programa de promotores de salud. Son personas de la comunidad, que es un plan que llega mucho, mucho antes de que yo llegara, hay protocolos, hay de todo. Entonces habíamos comenzado con la Asociación Americana del Corazón a entrenar nuevamente personas que eran participantes de nuestros programas y que llamamos. Yo les veía liderazgo; dijimos, miren, tenemos este programa, quieren trabajar con nosotros y se empezaron a entrenar. En esa época era pues para la sobre nutrición y presión arterial con la Asociación Americana del Corazón. Pero llegó COVID, entonces dijimos aquí es donde tenemos que mirar y empezamos a trabajar con personas, con comida, porque empezamos a recibir camiones de comida. Pero a dónde los llevamos, y yo pues llevemos los primero al Centro. Luego conseguimos en un colegio--. Y al final, yo decía pues hay que llevarlos a los vecindarios, a los barrios. Empezamos a buscar personas de nuestros programas, a decir: ¿usted dónde vive? ¿Usted cree que ahí podemos llevar un camión con tantas cajas de comida? ¿Usted le puede avisar a la gente? Hay que pedir permiso, ¿no? Entonces esas líderes se encargaban de hacer eso y nosotros llegábamos con el camión, bajábamos la comida, entregábamos. Y claro, ya la gente veía eso porque lo poníamos en medios sociales y decía yo quiero mi barrio. Bueno, usted díganos, ayúdenos y nosotros le conseguimos la comida. Entonces, también el estado empezó a ver. Bueno, todos estos latinos están saliendo positivos. En el estado somos el 11%. Y los casos llegaron a ser el 45%. En Durham una semana fuimos el 90% de los casos. Porque yo empecé a participar también en el grupo de trabajo de COVID del condado de la ciudad de Durham. Y empezaron a ver todo eso y nos llamaron de la oficina de minorías y dijeron, ¿qué está pasando? Y yo dije, mucho es comunicación. Ósea, todas estas cosas que sabemos que existen desde hace tiempo, que son disparidades, pero esto lo resaltó, el COVID. Dijeron, les vamos a dar dinero para que nos ayuden solo con comunicación para los latinos. Entonces llamamos a los medios de comunicación en español y les dijimos, ¿por qué no hacemos todos una campaña juntos? Y se llamó North Carolina Unidos Contra el Virus. Nosotros proporcionamos todos los gráficos, toda la información y los medios los sacaban por todas partes. Se empezaron a unir las universidades, los gobiernos locales y todo. Lo único que tenían que hacer era entrar a nuestra página web y utilizar
DV: Los recursos.
PRG: Los recursos que estaban ahí. Y El Estado dijo, y a nivel federal, vamos a dar dinero para promotores de salud, porque empezamos a decir la gente va a escuchar a la comadre, al tío, al primo, a la tía, a la vecina. En vez de escuchar a Pilar, diciendo póngase la mascarilla y se usa así. Dieron dinero para contratar promotores de salud y abogamos muchísimo para que entendieran que estos promotores de salud son personas. Claro, los entrenamos porque pues no todos tenían el entrenamiento, pero tienen que entender que no estamos hablando de la enfermera o del médico, estamos hablando de personas de la comunidad. Algunas personas que no terminaron su escuela elemental, pero son líderes en su comunidad y lo que buscamos es esto. Logramos hacer ese trabajo y el Estado viene y dijo, queremos que podamos expandir el trabajo. No solo era información, eran pruebas. Entonces abogamos por las pruebas, tienen que ser gratis, en donde las vamos a colocar. Tienen que tener personal bilingüe para que la gente entienda; cierto, o cómo hacerse, o donde van a tener los resultados. Todo ese trabajo y luego vacunas, cómo vamos a hacer que lleguen las vacunas. Lo vamos a hacer en un lugar donde la gente se sienta cómoda. En Raleigh, en nuestra oficina al lado, hay un, es en un centro comercial y ellos tienen un salón de banquetes, entonces nos lo dejaron utilizar. Ahí hicimos nuestro primer evento grande de vacunas, 350 vacunas para la comunidad latina. El de prueba logramos que lo colocaran al lado aquí de la oficina en Lakewood. La gente llegaba y se sentía pues más cómoda y no llegaban solo latinos. Llegaban de todo, pero pues esa es la idea. Logramos hacer ese trabajo y así logramos expandir el trabajo del Centro a 12 condados. Porque el Estado nos pidió cubrir dos regiones de Medicaid con ese trabajo y duramos haciendo este trabajo con ellos como por año y medio con COVID. Eso también nos ayudó--. Tuvimos mucha rotación de personal, que lo hizo un poquito difícil. Pero también nos ayudó a revisar nuevamente toda nuestra estructura. También el llegar después de COVID--aunque COVID sabemos que no se ha terminado—pero bueno, decir toda esta gente que trajimos, porque nosotros directamente alcanzamos a tener 30 promotores de salud. Pero lo que hicimos fue cuando nos expandimos a los 12 condados. Lo que hicimos fue nosotros no podemos estar en todos estos condados. Pero hay organizaciones establecidas, o hay organizaciones de base también establecidas que de pronto no son non-profit, pero organizaciones. Pues llamémoslos y trabajemos con ellos. Lo que hicimos fue subcontratar con ellos, entonces también gente otra vez de la comunidad, no éramos nosotros desde aquí o de Raleigh, o de Durham. Sino gente que vivía ahí, para trabajar y en total alcanzamos a tener como 100 promotores de salud entre todos para hacer este trabajo. Fue un trabajo grandísimo. Pero bueno, llegó ya se están acabando fondos de COVID. Ya otra vez como esa--. Aprovechamos la situación para abogar más por la comunidad, decir esto no es nuevo para nosotros. Como vamos a volver a algo que no sea normal, a la normalidad. ¿Qué más cambios? Porque pudieron hacer unos cambios para esto. ¿Cómo podemos mantener algunos de esos cambios para que la comunidad, no haya esas disparidades? O que se disminuyan esas disparidades, y creo que ese es el trabajo que venimos haciendo estos últimos años. Cómo lograr mantener eso y seguir empujando. Pero cómo decirles ya no es una crisis y parte de eso tomamos la decisión como organización de mantener nuestros promotores de salud. Y decir, bueno, ya no es COVID, ya no estamos en un modo de respuesta, repuesta y esto es lo que hay que hacer. Las necesidades básicas de la comunidad siguen siendo estas; en educación, en salud, desarrollo económico, participación cívica y comunitaria, apoyo directo. Sigamos manteniendo nuestros promotores en todos nuestros departamentos, porque siguen siendo esas personas que están en la comunidad y saben qué es lo que está pasando y la comunidad les escucha. Entonces tenemos promotores, en nuestros diferentes departamentos y los hemos incluido dentro de los programas. Aunque hay fondos ahora de recuperación, el American Recovery Plan, pero es cómo seguimos haciendo los programas que hemos venido haciendo. ¿Porque qué hicimos? Virtualmente logramos pasar muchos de nuestros programas virtuales, pero ahora los promotores que trabajan en educación, ellos están afuera mirando cuáles son las necesidades de los niños, de los padres. Para abogar por sus niños en la escuela, tutoría, Pre-Kínder. Ellos traen esa información, entonces nos informan cómo debemos nosotros seguir nuestros programas. Entonces ellos vuelven a la comunidad. Ahora estamos haciendo, leyendo con El Centro Hispano. Estamos teniendo este programa de padres comprometidos, y lo mismo en cada departamento. Los de Desarrollo Económico; el otro trabajo que hicimos fue con negocios, como ayudarlos a mantenerse, aunque muchos tuvieron que cerrar y los que estaban abriendo entonces como llevarles la información de cómo abrir, de que carteles tienen que tener, si necesitan tener mascarillas, que el termómetro. Lo que fuera. Aplicar a fondos; como aplicar a los fondos, entonces trabajamos mucho con ellos. Entonces ahorita los promotores siguen trabajando con negocios, pequeños negocios, microempresarios. Para que puedan seguir recibiendo eso, pero también para que mejoren su negocio, uniéndonos con otras organizaciones. Así en cada departamento tenemos estos promotores que están trabajando en eso. Entonces eso es como toda la evolución y ahorita lo que estamos trabajando mucho es como seguir sosteniendo nuestra organización con la expansión que tenemos. Porque definitivamente sí se necesita trabajo en otros condados, sobre todo en áreas más rurales. Donde hay de pronto más población latina en porcentaje, menos en número, pero más en porcentaje. Cómo podemos apoyar, pero también cómo podemos crear la capacidad de estas otras organizaciones o grupos establecidos que necesitan ese apoyo. Y es lo que estamos trabajando. Trabajamos bastante con tres grupos que, con nosotros apoyamos como patrocinadores fiscales. Pero que también les ayudamos mucho con toda la parte de administrativa, logística, de cómo crecer su capacidad como grupos de base. Entonces apoyamos uno en Asheville, apoyamos uno en Morganton, uno en Henderson y ahorita estamos trabajando con el área de Fayetteville, donde hay otro, para ver cómo podemos apoyar más ese trabajo de la comunidad.
DV: ¡Wow! [Risa]. Mucha evolución en todo lo que has dicho y me parece que El Centro se midió a un gran reto con COVID y les ayudó a evolucionar de varias maneras también. ¿No?
PRG: Sí, muchísimo, muchísimo. También, volviendo a esa parte como de personal, ahorita tenemos buena representación. Otro objetivo mío era no ser la única cara del Centro, sino que El Centro tiene muchas caras. Porque el trabajo que hacemos es bastante amplio y ahorita creo que estamos en ese punto donde la gente ya reconoce a Emilia, es la que trabaja en esta parte; o si ven a Mauricio, o si ven otras personas. A Mario, que es nuestro enlace legislativo. La gente lo reconoce como El Centro. No soy solamente yo la cara del Centro, que creo que eso es importante, porque sea lo que sea, la organización es importante. No es Pilar. Sí, entiendo y siento esa responsabilidad como líder, claro de mantener la organización. Y sí, la gente piensa El Centro, Pilar; Pilar, El Centro. Pero si el día de mañana yo no estoy, El Centro sigue existiendo y tiene que haber otras personas que están dentro del Centro.
DV: Es parte de la sostenibilidad.
PRG: Exacto.
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DV: Entiendo. ¡Wow! [Risa]. Ya me has dicho bastante acerca del Centro, pero ¿Hay algún otro hecho destacado o anécdota que quisieras compartir acerca de tu liderazgo en El Centro?
PRG: No, yo creo que eso--. Creo que ya hablé casi de todo.
DV: Entonces. Seguimos con--. Bueno, de todas estas experiencias, ¿cuáles fueron algunos de los retos? Y ya me has dicho bastantes, en tu vida, retos a los que ya te hayas enfrentado. Pueden ser abstractos, pueden ser retos físicos.
PRG: Sí, a ver qué retos.
DV: ¿O cómo navegaste algunos de los que ya me has dicho?
PRG: Sí, creo que un montón de siempre. Creo que cuando hablamos de retos, creo que a mí me gustan los retos. Como que me gusta si hay este obstáculo o si hay este reto es nuevamente, ¿cómo lo podemos enfrentar? ¿Cómo lo podemos pasar? Y en El Centro he tenido varios. Hubo una época cuando estábamos en Carrboro, hubo una época cuando estaba teniendo no muy buen entendimiento con la junta directiva. Estaba teniendo como esa presión de--. Soy miembro de varias juntas directivas y soy la directora del Centro. Entonces entiendo las dos partes, y es--. Hay una línea muy finita en no pasarse de la parte de governance del board y entrar a ser como micromanagement. Y estaba teniendo eso de que estaban muy encima y muy delineados y hubo un punto en que yo dije si no, si ustedes creen que yo no soy la persona y tenemos que traer a otra persona para hacer el trabajo, traigamos la otra persona, porque para mí esto más que un trabajo es una pasión. Yo no trabajo para que me miren y me van a echar--. No. Siempre he trabajado porque estoy convencida de lo que estoy haciendo, pero si hay alguien que lo pueda hacer mejor y necesitamos y este es el momento, hagámoslo. Pero no entren a esta situación porque no me dejan hacer mi trabajo. Y siguió la situación y dije bueno, ya es probablemente mi momento de irme. Porque la otra cosa interesante es que mi ciclo es de trabajo, por la razón que fuera, no porque lo planeara. Eran de cinco años y aquí llevo 15. Entonces yo decía de pronto esta es la señal de que debo buscar otro trabajo. Estaba prácticamente lista y tuvimos nuestro retiro de la junta directiva y como estábamos en esa situación de fondos, con Carrboro y todo eso. Me dijeron bueno, vamos a cerrar la oficina de Carrboro y dije no, no podemos cerrar. Después de tres años donde no hemos hecho la tarea 100%, porque eso va a afectar la organización terriblemente. Entonces, yo les dije no, todavía no dejen que nosotros logremos ya mostrar más lo que podemos hacer. Entonces me dieron este reto. Me dijeron entonces, si en un año usted no ha disminuido los gastos en 50% y ha traído más fondos en un año, cerramos. Y yo les dije listo [Risa]. Y no es fácil. Claro, estamos hablando de algo grande. Pero después es como, soy muy determinada en lo que voy a hacer. Esto es lo que vamos a hacer y como sea lo vamos a lograr. Y creo que eso es lo que he hecho, como siempre en mi vida. Hay momentos en que sí uno dice como que ya no más. No más retos, pero al final también pienso que eso es lo que mantiene esa adrenalina y ese entusiasmo. Esas ganas de seguir haciendo cosas. Creo que para mí la rutina no es como muy buena. [Risa]
DV: Los retos son algo positivo para ti, ¿no? [Risa]. Bueno, pensando en todo lo que me has compartido de tu historia de vida, ¿cuáles dirías fueron los factores que más te han ayudado a lo largo de tu trayectoria? Abstractos o tangibles.
PRG: Claro. Sí, yo creo que definitivamente el entender que todos los días tenemos que aprender. Como que no cerrarnos en decir: yo soy y se todo esto. Creo que la humildad y el--. Porque la humildad te da la oportunidad de poder tener relaciones con todas las personas y eso te abre también mucho la mente, muchas opciones y muchas oportunidades. Creo que eso también ha sido importante y el positivismo. El pensar de que sí se puede si te lo propones y como de analizar un poco la situación con cabeza fría, aunque es difícil a veces, para poder encontrar esa solución. Creo que eso es lo que me ha ayudado. Soy muy sensible, en muchas cosas observo mucho. Siento como esa energía de las personas, siempre estoy mirando para poder entender también mi papel. Claro, me equivoco muchas veces, pero también como para saber y entender cuál es mi papel en ese momento dado. Eso creo que también me ha ayudado mucho a lograr lo que he lograd. Y creo que nuevamente, el tener esa relación con las personas. Y entender que no es solamente dame, dame, sino como puedo yo dar, como ese 50 y 50. Creo que eso también es importante para lograr lo que uno necesita.
DV: ¡Qué bien! Muy buenos consejos. Bueno, para concluir, Pilar, ¿qué esperas para el futuro? Sea en tu vida personal, profesional, o en tu comunidad.
PRG: Sí, esa es una buena pregunta [Risa]. ¿Que espero en mi futuro? Poder seguir haciendo lo que me gusta siempre. Porque creo que así es como soy más eficiente en lo que sea. Poder siempre apoyar a otras personas, no importa quién sea, puede ser mi familia, pueden ser mis hijas, puede ser la organización, mis compañeros de trabajo. Para la organización que siga expandiendo, seguir expandiendo. Así no seamos nosotros directamente, pero apoyando a otras organizaciones, a otros grupos, a otras comunidades. Creo que eso es muy importante. Y poder seguir bailando [Risa]. Porque eso para mí es súper importante, es lo que me ayuda a mantener mí--. Aunque también con lo del baile siento que también tiene ese otro efecto. Que el otro día hablábamos con alguien que cuando vamos por ejemplo a colegios, a veces vamos mucho a hacer talleres o a bailar en colegios y ver el efecto que tiene eso en los niños que están ahí. Tanto los latinos que se sienten representados y vienen y hasta te piden el autógrafo, algunos. Es que mi mamá es colombiana, yo soy colombiana. Hasta los que no son latinos porque les gusta, ven esa correlación, porque siempre explicamos la base de nuestros bailes, que tiene cultura, mezcla de culturas africana, europea e indígena. Entonces también los demás niños ven esa parte y se integran. Creo que para mí lo más importante es poder tener un efecto positivo en las personas a mi alrededor, sea, mi familia y mis comunidades. [Risa].
DV: Bueno Pilar, mil gracias, mil gracias por estar con nosotros.
PRG: A ti, gracias, no, gracias.
DV: Gracias por compartir tu historia.
PRG: Muchas gracias.
FIN DE LA GRABACIÓN / END OF RECORDING
Pilar Rocha-Goldberg: No, muchas gracias a ti, Daniel. Es un honor para mí hacerlo.
DV: Bueno, empecemos. Cuéntame sobre tus antecedentes personales en general, dónde naciste y creciste, educación, familia.
PRG: Bueno, yo nací en Bogotá, Colombia. Y nací de una familia donde mi padre era de un pueblito cerca a Bogotá que se llama Anolaima, y mi mamá de otro departamento que es Santander de Bucaramanga. Tengo un hermano que es un año mayor. Mi papá nació y vivió en el campo, ayudando a sus padres a sembrar frutas y café. Estudió en la escuela allá, pero cuando terminó su bachillerato decidió irse a la gran ciudad a estudiar en la universidad, estudió en la Universidad Nacional de Colombia y estudió química farmacéutica. Y mi mamá, nació en una familia, pues de buenos medios, una clase media alta en Bucaramanga, ocho hijos. Ella es la séptima, pero sus padres murieron los dos el mismo año con tres meses de diferencia, cuando ella tenía 14 años. Entonces, sus hermanos mayores decidieron traerla a ella y a mi tía menor a un colegio internado en Bogotá. Y ya después, ella fue a la universidad y estudió psicología y después hizo una especialización en pedagogía y orientación escolar. Y así fue como mi mamá y mi papá se conocieron, en Bogotá cuando estaban en la Universidad. Y bueno, decidieron casarse. Trabajaron mucho los dos para darnos a mi hermano y a mí una educación en un colegio privado. En Bogotá, realmente no hay muchos colegios estatales o públicos. Y bueno, mi hermano y yo tuvimos una educación buena entre, en colegios privados, desde kínder hasta terminar bachillerato. Yo empecé bastante joven porque era muy inquieta [Risa]. Entonces terminé mi bachillerato y empecé la Universidad a los 15 años.
DV: Wow.
PRG: Lo cual fue--. Sí, interesante porque pues ellos querían que de pronto yo tomara un año en el que viniera, estudiara inglés o algo, pero no, yo quería estudiar mi carrera. Y como mi mamá era orientadora profesional, ella--. Eso era parte de su trabajo en los colegios que trabajaba. Entonces, ella pues nos hizo esa prueba a mi hermano y a mí para ver en donde deberíamos estudiar. Y qué. Más que en dónde, ¿qué deberíamos estudiar? Y de acuerdo a las pruebas, ella me dijo: Tú debes estudiar terapia física--o fisioterapia--o nutrición y dietética. Que en esa época era nutrición y dietética, era una carrera relativamente nueva, bastante nueva. Estamos hablando en 1983. Y solo se podía estudiar en la Universidad Javeriana. Entonces al fin decidí que iba a ser nutricionista. Lo cual empecé a estudiar.
DV: A los 15 años.
PRG: A los 15 años. Sí, empecé en la universidad, por supuesto era la más chiquita de la clase y así mismo fue en el colegio cuando estaba en el colegio. Y por razones de la vida, bueno, terminé mi carrera, cinco años. Pero cuando estaba--ya había cumplido mis 18 años--me ennovié con una persona ahí de la facultad de medicina. Y por cosas de lo que sea--después cuando tú recapacitas y dices, ¿yo que estaba pensando? [Risa]. Decidí casarme a los 18 años, en contra, pues, de lo que querían mis papás--al final ellos me apoyaron. Y a los 19 tuve a mi hija, mi primera hija. Pero no me fue muy bien en ese matrimonio. Fue bastante complejo. Violencia doméstica, muy complejo. Pero bueno, al final yo me fui, pude irme, salirme de esa relación. Y a los 20 años me gradué de nutricionista-dietista y ya tenía, pues, mi hija, que tenía un año. Y también ya ahí tenía pues un divorcio. Un divorcio encima. Pero bueno, siempre lo que aprendí de mi mamá y de mi papá, de los dos, era: siempre vamos a tener experiencias negativas en la vida. Entonces hay que aprender de lo que se hizo mal. Aprender para no repetir ciertos comportamientos, pero pues olvidar lo malo y seguir adelante, porque si te quedas solo pensando en lo negativo es muy difícil seguir adelante. Entonces, al final bueno--. Afortunadamente, desde que me gradué logré entrar a trabajar. Y entré a trabajar primero en una clínica, haciendo unos turnos como nutricionista y después logré entrar al Hospital San Ignacio, a trabajar en la unidad renal, en donde trabajé ahí como cinco años. Y desde ahí, afortunadamente nunca, gracias a Dios, siempre digo, me he quedado sin trabajo, siempre he podido trabajar. Sí, nunca, porque de ahí trabajé cinco años en el hospital. De ahí me fui a una clínica privada en Colsanitas, en el hospital trabajaba en la unidad renal y el departamento de cirugía. Y cuando me fui a la clínica privada trabajé en la parte de pediatría, maternidad y neonatología.
DV: ¿Y todo con nutrición?
PRG: Nutricionista, sí, siempre nutrición y dietética. Y también desde el primer día decidí tener práctica privada. Entonces tenía un consultorio que atendía dos noches en la semana y los sábados, cuando no tenía que trabajar en el hospital o en la clínica. Y después de la clínica ya me fui a trabajar a Nestlé en la parte industrial, como nutricionista-dietista, visitadora médica.
DV: ¿Ya qué año era?
PRG: Eso ya estamos hablando en el ’93. Y porque--. Perdón, no sé si estoy mezclando todo [Risa]
DV: Está bien, está bien. Tranquila. Orgánicamente es mejor.
PRG: Bueno, listo, en el ’93. Sí. Entonces trabajé en Nestlé, y estando en Nestlé, fui a una conferencia en Cartagena que hacen cada dos años de neonatología y allá conocí al que es mi esposo ahora. Porque mientras pasaron esos años, me divorcié la primera vez, después volví y me casé cuando mi hija mayor tenía tres años. Me fue mejor, un mejor matrimonio, pero seguía siendo un poco complejo. Yo creo que la parte como de machismo y mi personalidad siempre ha sido como muy independiente, muy yo lo puedo hacer. Y más como de trabajar en conjunto con la persona que yo quiero desarrollar mi vida, no que me estén como diciendo, como dice mi esposo no te gusta que te digan que hacer [Risa]. Entonces fue un poco más complejo.
Un poco menos complejo, perdón. Pero tuvimos una situación en la que tuvimos una bebé que nació con unas deformaciones internas, malformaciones internas. No tenía, no se le cerró su columna vertebral, no tenía pulmón izquierdo, no tenía el riñón izquierdo. Entonces fue bien difícil desde que nació y la situación fue compleja porque pues nació en la clínica en la que yo trabajaba. Y mi esposo y la familia, en esa época, decidieron buscar culpables en lugar de mirar qué podíamos hacer por la bebé. Y fue una situación bien difícil para mí como mamá y todo porque yo decía en este momento a mí no me interesa ni demandar a nadie. Ósea, ¿y a quién vas a demandar que porque no se dieron cuenta, lo que fuera? Pero era: tenemos que concentrarnos en cómo podemos apoyar a la bebé. Al final la bebé duró un mes. La alcanzamos a tener en casa como una semana. Pero eso dañó mucho nuestra relación como pareja. Después yo volví y quedé embarazada, y mi otra hija, que es Mariana, nació a los tres años después. Pero ya la relación estaba muy mal. Entonces me volví a separar cuando la chiquita tenía seis meses. Entonces ya cuando--. Después de esto yo había decidido venirme a Estados Unidos, a Los Ángeles. Tengo familia ahí, a trabajar en unas unidades renales que estaba abriendo el esposo de mi tía y estaban buscando nutricionistas con experiencia en unidad renal, y pues yo había trabajado cinco años. Entonces estaba empezando a estudiar nuevamente mi inglés para hacer los exámenes y venirme a homologar el título. Y ahí fue cuando conocí a Ron. Ahí conocí a mi esposo [Risa], porque trabajaba en Nestlé entonces, ya en ese momento eso fue en el 2002.
DV: ¿Lo conociste en Los Ángeles, entonces?
PRG: No, yo apenas estaba estudiando el inglés nuevamente para venirme. Pero estaba todavía con Nestlé, trabajando con Nestlé y fui a Cartagena a este Congreso que hacen cada dos años de neonatología y Ron vino como conferencista internacional a dar varias charlas y ahí fue donde nos conocimos.
DV: ¿Qué año fue?
PRG: 2002. Estamos hablando en el 2002. Entonces, ya mi hija mayor tenía 15 años y la chiquita tenía dos. Entonces yo estaba divorciada, ya llevaba yo, pues, prácticamente dos años divorciada de mi segundo esposo. Y bueno, conocí a Ron. Teníamos un amigo mutuo, él nos presentó y bueno fue como dicen, como amor a primera vista [Risa]. Aunque yo había dicho no más ya. Yo solita puedo criar mis dos hijas y de allí fue como, como lo conocí. Terminé aplicando aquí, a un trabajo a Duke, porque después de dos años de que yo venía, él iba, empecé a estudiar mi inglés muy juiciosa. Entonces decidimos que yo me viniera a probar cómo nos iba acá en Estados Unidos.
DV: Okay, ¿cuántos años duraron tú viniendo y él yendo?
PRG: Dos años duramos así.
DV: Así que 2004 fue cuando ya te pudiste venir.
PRG: En el 2004. Sí.
DV: Y dijiste que tu segunda hija se llama Mariana. ¿El nombre de tu primera hija?
PRG: Ana María [Risa]. Que cuando piensas es--. Todos dice: ¡uy no, que original! Ana María y Mariana, es prácticamente el nombre al contrario. Y tiene su razón, porque cuando yo tuve la otra chiquita que se llamaba María Paula. Para Ana María, que es la mayor, ella tenía diez años, fue muy, fue muy difícil, como entender todo lo que había pasado. Entonces cuando yo volví a quedar embarazada, y supimos que era una niña, ella me pidió si podíamos, si ella podía colocarle su nombre. Y yo le dije bueno, ¿y qué nombre quieres colocarle? Y dijo Mariana, que es como lo opuesto a mí. ¿Por qué? No sé, porque pensaría ella eso. Y ahorita yo le pregunté y dice ella no, no sé tampoco. Pero dije bueno, entonces se llama Mariana. Por eso, es el nombre de las dos. Y entonces sí, en el 2004 decidimos--.
DV: Antes de que lleguemos a Carolina del Norte. Cuéntame--. Ósea, ya has abarcado varias décadas ya para llegar al 2004.
PRG: Sí [Risa].
DV: ¿Qué reflexiones sacas hoy de todas estas experiencias que tuviste en Colombia antes de llegar a Estados Unidos?
PRG: Sí. ¿Qué pienso yo? Pienso que siempre desde niña, he sido una persona positiva, que siempre piensa en las cosas--. Aunque he pasado pues cosas difíciles. Nuevamente recordar siempre, mi mamá y mi papá tenían dos personalidades diferentes y parecidas como paralelas. Mi papá es una persona muy abierta. Le encanta saludar a todo el mundo, se la lleva bien con todo el mundo donde ellos vivían, uno iba en el barrio por la calle y todos salían: “Señor Rocha, Don Alfonso.” Bueno, sí. Todo el mundo. Pero curiosamente no es muy amiguero. Entonces, no es como de salir con amigos o algo así. No, nunca fue muy amiguero. Muy rumbero, le encanta la fiesta, el relajo, la patanería. Mi mamá un poco más seria, más introvertida de alguna manera. No como sí, como no tan extrovertida pero muy amiguera. Entonces yo cuando pienso, digo tengo como la mezcla de los dos; porque pues me encanta la rumba, me encanta la gente, yo recibo energía de la gente, pero soy muy amiguera. Y cuando yo pienso en todas estas experiencias, uno--. Sí pienso: ¿por qué decidí casarme, como tan rápido? Cuando siempre fui una persona independiente. Porque siempre desde chiquita fui muy independiente. Hubo varias razones que después mucha gente me decía que yo nunca quise, como creer cosas como, ¿cómo se llama eso? No sé cómo lo llaman, pero como brujería, como que te hicieron eso. Y si había cosas como que me decían, pero nunca quise creer en eso porque siempre--. Pero sí--. No sé por qué hice eso, pero después reflexionaba y nuevamente aprender de las cosas y los errores que cometiste para poder avanzar y no quedarte en eso y no pensar--. Mis hijas se ríen y mi esposo también, porque cuando pasa algo malo yo siempre les digo no pienses más en eso, no pienses más en eso, don't think about it y les da risa. Y bueno, yo trato de practicarlo, pero no lo practico todo el tiempo. Pero creo que sí es importante porque cuando tú te quedas pensando--. Y claro, las veces que he tenido esas experiencias difíciles he tenido, claro, los primeros días es ese momento de ¿y por qué a mí? ¿Y por qué me está pasando esto? Y pues yo crecí católica. Aunque pues era como la oveja negra de la familia, pero tú sabes, ese pensamiento de por qué Dios me está castigando, ¿qué hice malo? Pero después al final, después de unos días, es como decir bueno, ya. No me puedo quedar en esto, siempre pensando en esto y tengo que mirar cómo lo voy a resolver. Eso es lo que aprendí de todas esas experiencias. Es, claro, uno tiene que entender todo lo que pasa. ¿Qué está pasando? Y sí lo absorbo, sí tengo que llorar, sí tengo que hacerlo, pero después es ¿cómo lo voy a superar? Y creo que eso es lo que he aprendido de todas estas experiencias. Y también un poco de siempre he sido una persona muy abierta. Como dicen, un libro abierto. Cierto, soy como soy. Soy así con todo el mundo, pero también he aprendido que a veces hay que antes de ser tan abierto hay que conocer un poco mejor a las demás personas, para saber a quién y con quién te estás abriendo tanto. Y también que hay ciertas situaciones y ciertos ámbitos en los que tú tienes que ser menos abierto. Primero de pronto, debes ser algo más estratégico, leer mejor o entender mejor qué es lo que pasa a tu alrededor, para saber qué debes ofrecer y qué puedes ofrecer. Porque también a veces por eso se tergiversa. Cuando eres tan abierto, a veces se tergiversa esa o se toma la intención que no es de lo que estás hablando. De lo que estás diciendo.
DV: Okay. Excelentes lecciones, gracias. [Risa]. Okay, bueno entonces ya nos contaste las circunstancias que te trajeron a Carolina del Norte. Que querías estar con Ron, tu esposo. Y bueno, estabas entonces empezando a contarme cómo fue que llegaste a Carolina del Norte, ibas a trabajar en Duke, ¿creo?
PRG: Sí. Ósea, cuando me iba a venir, la idea, la intención inicial era venirme y homologar mi título. Entonces ya habíamos estado averiguando de que tenía que hacer para poder trabajar aquí como nutricionista-dietista.
DV: Y perdón, ¿esto ya es independiente de Los Ángeles, que también estabas pensando en hacer eso?
PRG: Sí, exacto. En Los Ángeles al fin pues no hice nada. Decidí no, pero pues continué haciendo lo del estudio para poder homologar aquí en Carolina del Norte, en Durham. Y mi idea era venirme y hacer, ya habíamos hecho todas las transcripciones. ¿Sí se dice transcripciones? De transcripciones de las materias que yo había hecho. Mirar los créditos y habíamos averiguado en UNC que era lo que necesitaba hacer, porque era creo que la opción era UNC, o Meredith College, donde tienen nutrición y ese era el plan. Pero cuando fui a pedir la visa de mi hija menor, de Mariana, no nos la dieron. Ósea, ella tenía tres años y medio en esa época. Entonces buscamos otras alternativas y la alternativa fue conseguir un trabajo. Entonces Ron empezó a preguntarle a todo el mundo, ¿quién necesita una nutricionista? [Risa]. Y encontró que en el departamento de hipertensión necesitaban una nutricionista bilingüe para hacer investigación. Entonces pues, yo vine, presenté mi entrevista y pasé la entrevista y todo. Entonces ellos decidieron que sí, que yo era la persona que necesitaban para el cargo.
DV: ¿En el departamento en Duke?
PRG: De hipertensión en Duke, en la Universidad de Duke. Y así fue como ya ellos tramitaron mi visa de trabajo, que se demoró como seis meses en llegar. Pero bueno, finalmente llegué aquí con visa de trabajo, entonces ya mis hijas venían conmigo y eso fue en el 2004. Llegamos en el 2004.
DV: ¿Y cómo fueron tus primeros años ya viviendo en Carolina del Norte después de que llegaste aquí?
PRG: Bueno, el primer mes fue muy difícil [Risa].
DV: ¿Cuéntame por qué?
RPG: Fue muy difícil porque, claro yo deje pues mi familia, mis amigos, mi carrera profesional, todo. Y aquí no conocía a nadie, solo conocía a Ron. Y pues claro, es muy diferente llegar a otro país. Uno, el idioma, por supuesto, y aunque pues ya yo sabía mucho más inglés, llegué a un ámbito diferente de investigación. Nunca había trabajado en investigación. Aquí la mayoría de mis compañeros de trabajo eran afroamericanos con un acento bien sureño, entonces muy difícil de entender al comienzo. El horario era otra cosa que era bien difícil para mí, porque en Colombia y en Bogotá, sobre todo, los horarios siempre son, empiezan bien temprano. Ósea, empezamos tanto el colegio como el trabajo y todo casi siempre 7 o 8 de la mañana. Y me acuerdo la primera vez al comienzo, cuando yo llegué acá, no tenía la oficina todavía, no estaba lista. Entonces trabajé mucho desde la casa, lo cual fue difícil también porque pues era más soledad y yo soy una persona de gente, entonces era como medio mucha depresión porque decía bueno, ¿y qué hago? ¿Y con quién hablo? Aunque mi trabajo era--. Me dieron todo para leer. Esto es lo que ya hemos hecho de estudio. Era un programa para cambiar hábitos en alimentación y ejercicio para mejorar la presión arterial. Y se había hecho con afroamericanos. Se había hecho con personas blancas y ahora lo querían hacer con latinos. Entonces me dijeron, bueno, usted lea todo esto y díganos cómo hacerlo con los latinos. Entonces pues yo tenía que investigar, buscar, llamar. Pero claro, era como qué más--. ¿Cómo lo hago? Y al comienzo en la casa, entonces era difícil, porque era muy sola.
DV: ¿En algún momento sentiste que tenías que integrarte a la comunidad latina para saber cómo hacer el estudio? ¿O eso es algo que pasó después?
PRG: Eso pasó como orgánico un poquito mientras yo buscaba. Porque claro, yo empecé a buscar y yo decía qué organizaciones hay aquí que puedan--. Y bueno, uno cuando había venido a la entrevista había traído a mi hija y había conocido El Centro Hispano. Entonces, cuando estaba en esa investigación, pues fui al Centro. Primero fui a otras organizaciones y luego al Centro Hispano y ahí encontré por fin esa acogida. Y también, la situación con lo de la oficina era entender un poco también esa, pues las dinámicas acá, ¿no? Entonces, ¿qué se espera de ti? ¿Cómo es el trabajo? Y en investigación lo otro es, yo pues toda mi vida trabajé y ahora me contrataron para un trabajo y aquí está su sueldo. Aquí cuando llegué a este ámbito, al comienzo cuando yo empecé ya a hacer mis cosas y a decir bueno, ya podemos empezar a hacer más. Y la respuesta era, pero es que no tenemos los fondos para hacerlo. Porque los fondos solo nos dan para esto. Entonces si necesitamos traducir, no tenemos fondos para traducir. Si necesitas crear material, no tenemos fondos, si necesitas imprimir, no tenemos. Entonces era como que yo, ¿cómo así? Claro, entendiendo un poco más con mi esposo y él me decía, sí es que depende de grants, de subvenciones, de contratos. Y entender eso pues fue un poco interesante. Entonces también esa parte. También, la primera vez que fui a la oficina ya en forma, fue interesante porque dejé la niña en el jardín temprano, toda emocionada de llegar a la oficina. Llegué--. Dejé a Ana María en el colegio y llegué a la oficina a las 8, y cuando abrí sonó la alarma y se me olvidó que había alarma, que me habían dado el código. Y esa alarma sonaba y sonaba [Risa]. Y yo decía, porque en la oficina no había nadie. Todo el mundo llegaba 9:00-9:15. Y yo decía, ellos me dieron una hoja, yo buscaba. La policía llamó, yo no encontraba. Bueno, sí, fue bien interesante mi primera experiencia en eso. Pero, y también, el manejar es súper diferente acá, pues acostumbrado uno al caos de Bogotá, los semáforos, los cruces. Cuando un carro viene de frente y uno va de frente y yo decía, pero este mi carril y es que este va para allá, yo voy para allá [Risa]. Comprar comida--.
DV: Ósea, ¿te pareció más difícil manejar acá?
PRG: Al comienzo. Entender, y mi esposo se burlaba porque me decía--. Yo cruzaba y él me decía, pero si vas en esta línea ¿por qué te cruzas a esta? Y yo no, yo no me crucé, y él sí te cruzaste. Y después él decía claro, es que como en Bogotá no hay líneas en las calles [Risa]. Y yo decía allá sí hay líneas. Y después volvimos y yo decía: de verdad aquí no está marcado cada carril. Fue bien interesante. Y también en el comprar comida. Y entender, como nutricionista, pues ese cambio también de la comida. Cuando tú vas aquí al supermercado, pues no son las marcas. Algunas marcas que tenemos allá, pero otras sí. Y tantas opciones que tú dices, ¿cuál escojo sin conocer? Y lo otro es el cambio del dinero. Al comienzo yo decía, uy no, ¿pagar todo esto por una garrafa de leche? Porque tú lo conviertes en pesos colombianos y era como que, ¡ay no! Esto está carísimo. Entonces sí, bien interesante. Toda esa parte, pero al final cuando llegué al Centro Hispano, creo que fue el momento, como que me ayudó también como a entender. Bueno ya, ya aquí puedo hablar español, la gente me entiende, yo entiendo. Aunque también fue interesante porque pues yo viví toda mi vida en Bogotá, en Colombia, claro, y viajé y todo, pero ya llegar acá y encontrarme con latinos de otros países donde hablamos diferente español, diferente terminología, eso también fue bien, bien interesante. Cuando llegué al Centro, la verdad se emocionaron mucho porque yo llegué allá. Bueno, es que yo soy nutricionista y llegué de Colombia. Estoy haciendo esto, ese es mi trabajo y todo el mundo: uy, nutricionista que habla español, que bueno, que emoción porque aquí no hay. Hemos traído algunas que hablan español, pero no entienden la cultura, entonces tuve una acogida grande y fue bien interesante. Entonces me invitaron a darle una charla a este grupo y el primer grupo de mujeres al que le di una charla que eran como 20, 25 mujeres. Conceptos básicos de nutrición; fue interesante porque yo estaba hablando y ellas estaban como que me miraban y unas se hablaban, otras se reían y yo, ¿qué está pasando? Cuéntenme. Y entonces me dijeron es que no le entendemos nada de lo que usted está hablando. Usted menciona un poco de comida, toda rara y yo, ¿cómo así? Entonces claro, yo hablaba de alverjas, habichuelas, mazorca.
DV: Mazorca [Risa]. Maíz.
PRG: Entonces sí, esas eran como que--. Me tocó empezar a traer dibujos, a dibujarles, a hablar. Entonces aprendí que era elote, ejote, chícharos, aguacate palta en Perú. Ósea, empecé a aprender todo esto y a decir bueno, esto es lo que--. Y es--. Y para mí, claro, era también investigar, buscar. Me acuerdo que compré un libro que tenía la foto de algunos alimentos y el nombre abajo en diferentes países. Sí, como se decía en diferentes países. Y Mariana en esa época tendría, ¿que? Cinco años. Tomó el libro y me dice Mami, este libro está mal. Yo le dije, ¿por qué? Me dice, ¿se supone que es comida, cierto? Y yo le dije sí; me dice, ¿y qué hace ese cactus ahí? [Risa]. Entonces fue bien interesante aprender. Y entonces eso me ayudó muchísimo también para mi trabajo, porque yo decía bueno, si queremos que la comunidad de verdad haga estos cambios, pues tenemos que ser sensibles a lo que ellos utilizan. Y ahí fue donde la primera vez choque un poquito porque, me acuerdo, llevaba como tres meses, tal vez, le dije a mi jefe que quería hacerles una presentación a mis compañeros de trabajo sobre lo que había encontrado en la comunidad, lo que había aprendido. Pues para que entendieran. Y fue interesante porque la reacción de ella al comienzo fue, ¿y tú si crees que te van a entender? ¿Tú puedes hacerlo? Y yo le dije sí, ósea, esa es otra cosa que mi esposo dice que a veces le da risa porque él me dice, tú confianza en ti misma a veces porque, no te importa, tú te paras y haces. Y yo le dije sí, claro, y si no me entienden, igual lo voy a imprimir para que ellos puedan ir leyendo. Entonces hice mi presentación en PowerPoint, no sé qué. Les mostré gráficas, esta es la población aquí en Carolina Norte, en Durham. Y me acuerdo que cuando terminé todos me miraban como--. Y uno me dijo, nosotros no sabíamos que tú podías hacer todo esto. Fue como un choque. Y yo decía, ¿pero por qué no? Porque siempre estás como callada. Y como que no sabíamos que sabías tanto. Yo le dije no, es que, estoy aprendiendo y todavía--. Entonces de pronto no me ven interactuar mucho, pero yo estoy absorbiendo todo y estoy trabajando y esto es lo que estoy haciendo. No sabíamos que podías hacer la presentación en PowerPoint, ósea, era como que--. Fue interesante, aunque yo, como siempre dije, lo voy a tomar con el beneficio de la duda, soy la primera persona latina que tienen en la oficina, de pronto no saben bien que es Colombia. ¿Dónde queda Bogotá? ¿Dónde queda Colombia? [Risa]. De pronto--.
DV: ¿No sabían que no sabían que podías hacer PowerPoint?
PRG: Sí, fue interesante. Y después ya como a los seis meses fue cuando le dije a mi jefe estoy lista para hacer un piloto del estudio. Entonces ella me dijo, pero no hay fondos para hacer nada más. Yo le dije no, pero es que yo lo puedo traducir, yo puedo crear mi propio libro. Y pues teníamos los materiales tanto en láminas--porque en esa época usábamos todavía láminas--y yo puedo hacer el libro, ósea el librito. Y hacíamos un librito donde apuntan las personas, lo que comen, el ejercicio, bueno en donde les vamos enseñando eso. Entonces, yo le dije tranquila que yo lo hago, entonces yo me organicé, hice mi libro, lo imprimí. El librito era media página, entonces eso sí, yo creo que muy a lo colombiano. Yo misma con la guillotina, cortaba el librito, lo cosía en un corcho para que quedara el gancho en la mitad, porque no teníamos cocedora de esas de metal y el corcho. Y luego dobla el gancho y--. Bueno, y allá legue con mi material. [Risa]. Y todos, ¿de dónde sacaste eso? ¿Cómo hiciste eso? Y yo no, es material de aquí. Entonces todos eran como que--.
DV: Te las inventaste.
PRG: Exacto. Y fue interesante porque al fin ella, ¿pues que me dijo? Bueno, haz el piloto, organízate, y pues yo--. Al comienzo también lo otro, que yo creo que eso es algo muy importante y también lo aprendí de mis padres, es la humildad. Siempre entender que hay personas--. Que tú no te lo sabes todo, que hay personas que saben más, que te pueden enseñar, que todos los días puedes aprender de todo el mundo, de cualquier persona, no importa quién sea, todos los días puedes aprender algo. Y al comienzo también, como yo estaba aprendiendo, me mandaban mucho con mis compañeras de trabajo, que estaban haciendo la investigación con otras poblaciones. Entonces me decían bueno, puedes ir y ayudarles, pero tu trabajo va a ser solo entregarles las instrucciones de dónde hacerse los laboratorios, de cómo tomar la muestra de orina, entregarlos. ¡Sí, claro! Entonces yo iba. Luego, ¿tú crees que les puedes tomar la presión arterial? ¡Sí, yo puedo! Yo puedo hacer eso. Siempre, entonces aprendí muchísimo de todo eso. También, una vez me pidieron si podía revisar--. Eran como 156 personas que teníamos en el estudio y tocaba revisar hoja por hoja que los cálculos de la presión arterial que les tomábamos tres nos--. Qué bueno, que todo estuviera bien y si no tenía que hacerle corrección que eso es súper importante en investigación, e hice mi trabajo, me encerré una semana en la oficina y las hice todas, pero todo eso me ayudó porque cuando ya me dijeron bueno, puedes hacer el piloto, yo tenía todo ese conocimiento que ya había adquirido, práctico ahí.
DV: ¿Y cuánto tiempo ya llevabas haciendo eso?
PRG: Eran seis meses que llevaba ahí, y fuimos a hacer el piloto, entonces lo hice en El Centro, ahí reclutamos las personas. Empezamos a entrenar promotores de salud y al final logramos hacer el estudio también y sacar varios artículos de esta experiencia. Pero mientras yo hacía todo eso, aprendí mucho de--. Específico, por ejemplo, de lo que significa El Centro para la comunidad. Porque fue lo que me pasó a mí. Así llegué yo al centro, yo voy El Centro Hispano, tienen que de alguna manera me pueden dar información, me pueden ayudar y la acogida que yo tuve, pero a la vez esa acogida no solo de los que trabajaban, las personas que trabajaban en esa época en El Centro, pero de la comunidad, porque la comunidad me veía ahí y yo empecé a hacer más voluntariado en El Centro, entonces me pedían ay, no vino, no sé quién, pues ayudarnos con esta otra charla o había una feria de salud. Entonces yo venía con mi mesa y mi sombrero de fruticas. Y hacía cosas. Entonces la comunidad me veía y al verme ahí mucha gente empezó a contarme sus historias sin preguntar, porque eso es otra cosa. Eso sí, yo no--. No preguntó demasiado. Si la persona no quiere compartir conmigo, siento que eso es como una línea de respeto que hay que mantener. Pero la gente me veía ahí seguido. Entonces a veces yo estaba sentada y alguien llegaba y me decía no, es que imagínate que me pasó esto, o cuando yo me vine… y empecé a escuchar todas estas historias de inmigración y lo que estaba viviendo la comunidad, y también lo otro es que empecé a participar en un grupo que está en Durham, en otras ciudades, pero donde lo que hacíamos era visitas domiciliarias y organizábamos grupos en los vecindarios, en los barrios, para escuchar qué es lo que está pasando y cómo poderles apoyar. Entonces eso también me ayudó mucho porque fui a muchos barrios, a muchos vecindarios y entonces ya la gente me hablaba sobre sus historias y todo. Y ahí fue cuando yo empecé a entender también que tenía que hacer algo más, no solamente mi trabajo, como cómodo de alguna u otra manera. En la universidad en Duke, pero como apoyar a la comunidad y como desde un privilegio que tengo de lo que sea. Aunque soy inmigrante, aunque haya pasado por lo que haya pasado, pues tengo muchos privilegios. ¿Cómo podía apoyar a las personas que no tenían tantos privilegios? Me pidieron ser parte del board, de la junta directiva del Centro Hispano en el 2005. Y de ahí pues de alguna u otra manera pues empecé a mirar cómo buscar más fondos para la organización, a entender también un poco más cómo funciona el mundo del non-profit. Porque no sabía en Colombia, porque pues siempre trabajé en clínica, estaba involucrada en eso. Pero aprender cómo funciona y aquí en Estados Unidos y como tocaba ir y tocar puertas en otras partes, para conseguir subvenciones, becas, contratos, lo que fuera para apoyar nuestro trabajo. Y estuve en el board, en la junta directiva. Al comienzo entendiendo, aprendiendo. Creo que al comienzo empecé como secretaria de la junta. También aprendiendo cómo funciona una junta directiva.
DV: Era tu primera vez.
PRG: Era mi primera vez, porque en Colombia, pues las juntas directivas--.
DV: ¿Y hacías algo más, pues, otro trabajo por fuera de la junta directiva? ¿O solamente estabas trabajando con la junta directiva en ese momento?
PRG: En ese momento con la Junta directiva, y a veces les ayudaba de voluntariado dentro del Centro y pues seguía con mi trabajo en Duke haciendo la investigación. Sí, seguía haciendo lo de la junta directiva, era también voluntariado ahí con El Centro, pero sí, seguía con mi trabajo en Duke. Y al final terminamos nuestra investigación. Fue un poquito difícil también entender cuando empezamos a--. Porque ya hubo más fondos, se trajo una especialista a nuestro equipo y se empezaron a escribir los artículos con los resultados del--. Y también fue un poquito difícil entender en ese punto esa parte de cómo para los académicos es tan importante eso, ¿no? Ósea, el escribir un artículo, el que mi nombre quede primero, el que mi nombre, quede al final. El que--. Porqué, pues para mí como que esa jerarquía, digamos profesional, no había tenido esa experiencia y empecé a experimentar un poco de inequidad en ese punto. Porque, aunque yo tenía que hacer--. Se me pidió hacer todo el trabajo de cierta manera, al final ni iba a aparecer en los artículos, pero tenía que escribir, hacer. Y para mí eso no fue adecuado. Y pues yo hablé con mi esposo y mi esposo, si sería que entendí mal, pero hablé con esa otra persona, me dijo sí es que así es, porque yo soy XX y tú eres nutricionista y claro, yo no homologue mi carrera acá, entonces yo no puedo ejercer como de manera individual, puedo trabajar con grupos como lo hice, pero no puedo--. Soy como técnica más o menos y yo dije, pero eso no es justo, porque si yo estoy haciendo el trabajo, pues tiene que haber los créditos. Y claro, mi esposo se puso muy bravo y me dijo eso no es así, yo trabajo en esto, soy médico. Mi esposo es médico, trabajo con enfermeras y todo, y cada persona hay que darle su crédito. Entonces hubo un choque en eso y al final dije esto no, pues de pronto este no es el camino, voy a terminar. Porque eso también siempre, yo les insisto mucho a mis hijas. La ética profesional es importantísima y sea el trabajo que sea, tú tienes que dar el 150%, lo que sea, porque es, eres tú. No porque te digan, no porque te van a dar más, no porque te saquen, no porque te echen. No, es porque es lo que si tú estás trabajando y por eso siempre busca algo en lo que tú te sientas cómoda y feliz, porque así tú puedes dar todo de ti. Y también, pues eso, el trabajo es el 80% de tu vida y si no te gusta, que terrible. Y ojalá nunca nos pase que uno diga, uy, hoy me tengo que ir a--. Claro, hay días que uno dice: ay, qué pereza [Risa]. Pero no que uno diga: ay, tengo que ir allá, uy, terrible. Entonces empecé a sentir eso y dije bueno--. Y había salido una oportunidad, había estado apoyando a otro grupo. Una psicóloga que trabaja mucho con cáncer, que era parte de nuestro grupo de investigación. Iba a empezar un trabajo con latinos a cómo ayudarles a dejar de fumar. Y se usó, la época en que la mujer estaba embarazada. Como un momento importante en donde se podía trabajar con los hombres latinos para dejar de fumar y les había ayudado con un piloto y todo. Y ella me dijo, bueno cuando termines esta investigación, ¿por qué no te vienes a ser como la que maneje nuestro proyecto de este estudio? Porque recibimos--. Bueno, se dio esa coyuntura. Pero también en ese momento en El Centro estábamos mirando cómo, pues la comunidad seguía creciendo o sigue creciendo. ¿Y cómo la organización podía seguir creciendo? De esa manera, pero también de una manera que pudiéramos integrar, no como aislada, una organización aislada, sino como una organización integral de la comunidad en general. Y el comité ejecutivo de la Junta me pidió--. Estábamos pensando en cómo cambiar el liderazgo de la organización y me pidió ser la directora interina por seis meses. Y así fue como--.
DV: ¿En el 2009?
PRG: Eso fue en el 2009. Entonces cuando yo estuve en la junta directiva, estuve varias veces como secretaria, como directora de la Junta, a veces codirectora. En 2009, entonces dije bueno, sí conozco El Centro porque había estado bien involucrada, apoyando en programas y todo, y así como empecé de interina y bueno, ya llevo casi--. En marzo del año entrante cumplo 15 años de ser la directora del Centro. Ha sido bien interesante. Porque claro, yo entendía muchas cosas, pero tampoco--. No sabía muchísimas otras cosas.
DV: Siempre has estado aprendiendo entonces, ¿no?
PRG: [Risa] Es cierto. Todos los días.
DV: [Risa] Bueno, eso está muy bien. Antes de que entremos a tu labor con El Centro, desde que has sido presidente y directora. Sé que también el baile ha sido otro interés paralelo que has tenido por tu vida desde que vivías en Colombia, ¿no?
PRG: Sí, sí.
DV: Cuéntame acerca de este hobby.
PRG: Bueno, mi mamá siempre, como buena psicopedagoga, nos inculcó a mi hermano y a mí que era muy importante tener como una vía de escape, como un hobby, que nos diera, que nos ayudara a sentir contentos. Y como que uno dijera, ¡ay qué rico hacer esto! Aparte de la responsabilidad en esa época, pues, estudiar, porque eso siempre ellos nos decían su única responsabilidad es estudiar, que es lo único que les podemos dejar nosotros porque no tenemos bienes ni nada para dejarles el día que no estemos, pero la educación. Y pues tratamos diferentes cosas y para mí el baile fue lo que me gustó más. Y desde que tengo siete años, entré a una academia de baile de folclor internacional allá en Bogotá. Y bailé--. Bailábamos folclor de todas partes. Casi de verdad que poco Colombiano, pero bailábamos mucho folclor de--. Mucho español. Flamenco, jotas, todo eso. Pero también italiano, ruso o árabe.
DV: Wow.
PRG: Sí, me encantaba y eso lo hice hasta que me vine. Inclusive embarazada de las dos niñas, pero más cuando tuve a Ana María, la primera, bailé en una presentación y todo. Es interesante porque lo que hacíamos allá era que todo el año practicábamos y al final se hacía una presentación grande en Teatro Grande, bailamos en el Colón, Jorge Eliécer Gaitán, en diferentes teatros. Muy bonito y mi hija, la menor, desde los dos años, yo la llevé a ver si le gustaba y le gustó. Entonces su primera presentación tenía dos añitos y medio, también en teatro así, entonces ella baila desde los dos años y cuando nos vinimos pues dijimos bueno, vamos, llevemos nuestros vestidos, porque cada año teníamos que hacer por lo menos ocho vestidos diferentes. Entonces empezamos a escoger y pues teníamos nuestro vestido de cumbia también, y dijimos algún día vamos a bailar cumbia en Estados Unidos porque decíamos bueno, lo demás como que--. Y cuando llegué, la semana que llegué, nosotros llegamos en septiembre 18 del 2004. A la semana llamé a la que era en esa época la presidente de la Asociación de Colombianos en el Triángulo. Pues para conocer qué más--. Buscando todas mis conexiones. Investigando y después de que hablamos ella me preguntó y me dijo: ¿oye, de casualidad tú no bailas? Y yo dije claro que sí, ¿por qué? Me dice, es que es el mes de la Hispanidad y yo me comprometí en la iglesia a llevar dos bailes de Colombia y nadie se le quiere medir. Entonces yo dije, pero ¿qué es el mes de la Hispanidad? [Risa]. Porque no tenía ni idea. Entonces ella: no, que es que aquí se celebra. Entonces todo el mundo hace eventos. Entonces yo le dije listo. Sí, yo puedo bailar cumbia y joropo. Me dijo bueno, ¿estás segura? Yo dije sí, sí yo voy con mi hija. Entonces yo colgué y yo dije, ¡uy, Ana María! Ya tenemos nuestra primera presentación de baile. ¿Como así? Imagínate 16 años tenía ella. Y yo sí, en una iglesia, que algo así, que celebran, que no sé qué. Y ella no, pero mami, ¿cómo así? Y nosotros--. [Risa]. Y al final yo le dije bueno, tu bailas de mujer y yo de hombre. Ahí nos acomodamos con nuestros vestidos, todo el rollo y nos fuimos a bailar al mes de la Hispanidad y fue interesante porque, pues, allá bailamos en teatro y eso. Yo había bailado así con público directo, como en tres oportunidades. Cuando había--. Turbay estaba corriendo por presidente y no sé por qué invitaron a la de la Academia y ella le encantaba cómo bailábamos joropo mi amiga y yo. Yo tendría como 11 años y yo siempre bailé en Colombia de hombre, no sé porque siempre me tocaba de hombre y pintado bigote y todo, y patillas. Y me acuerdo que eso hasta salimos en el periódico y nos llevaron como a tres eventos. Pero no habíamos bailado así y mi hija había bailado. Entonces claro, cuando llegamos fue un poquito como sobre todo para ella, como que pena aquí en la calle. Pero al final bailamos y pues a la gente le encantó. Y de ahí decidimos--. Nos empezaron a llamar a otras cosas y decidimos, bueno, formemos el grupo. Y la de la Asociación Colombiana me había dicho, y yo hacía rato quería formar un grupo. Y bueno desde esa época formamos nuestro grupo de danzas. Y algo que también creo que tengo yo y que aprendí de mis padres, fue como la constancia para hacer lo que quieres hacer y hacerlo bien. Entonces mis hijas dicen a veces que soy intensa, extrema [Risa]. Pero con el grupo, y creo que pues en todos estos años hemos evolucionado a diferentes cosas del grupo. Porque--aunque no es un grupo profesional, y la idea pues es compartir, estar juntos--también tenemos una responsabilidad grande cuando salimos a bailar porque estamos representando nuestros países, nuestra cultura. Y queremos que la gente lo vea y que nos vea, que lo hacemos con esa responsabilidad y esa seriedad. Entonces el grupo ha ido evolucionando, la chiquita mía en esa época tenía cuatro años cuando nos vio bailar y se emocionó porque en Colombia no quiso entrar, no le gustó. Pero cuando nos vio se emocionó y entonces empezamos grupo de niños también para que bailaran. Y ahorita pues el grupo hacemos folclor de diferentes países de Latinoamérica; porque tenemos gente en el grupo de Puerto Rico, Uruguay, Argentina, México, Chile. Tenemos una persona de Trinidad y Tobago.
DV: ¿Llevas muchos años en esto?
PRG: Sí, desde que llegamos. Lo formamos--. Ha ido evolucionando, gente viene, gente va. Primero tenía un nombre, luego tuve una socia, luego no. Ha ido evolucionando, pero ahorita sí porque mis hijas también me ayudan a dar clases. Tenemos otro profesor. Ha sido bien bonito porque para los adultos es como mantener, es casi como decimos, un grupo de apoyo. Porque al final se convierte como en esa familia que no tienes, en ese grupo de amigos. ¿Y qué nos une? el bailar, la música, el mostrar nuestro folclor. Entonces, es como un grupo de apoyo para los jóvenes y los niños. Lo que yo veo es mantener cómo mantener tu idioma uno; porque todas las clases son en español. Dos, cómo mantener tu cultura y tus raíces y sentirte orgulloso de tus raíces. Entonces vemos los chiquitos cuando salen a bailar y ven el público, algunos se asustan la primera vez. Otros les encanta porque--. Y lo que le digo a los más chiquitos no importa. Las mamás a veces son, pero es que yo no sé si esté lo va a hacer bien. Yo le digo los chiquitos ya la gente con verlos con su vestido, su traje, ya. Si se dio la vuelta para allá--. Ya los adolescentes, los más grandecitos, los jóvenes y los adultos, sí la gente se fija más un poco en qué es lo que está haciendo. Para los jóvenes, yo veo--. Por ejemplo, para tanto Ana María como Mariana les ha ayudado mucho a eso. Y les ayuda--. Una mamá, una vez me decía, yo veo la diferencia ahora, cuando van a hablar en público, cuando van a salir y hablar con la gente ya lo hacen con mucha más seguridad. Porque ya sean parado en un escenario a mostrar su folclor. Entonces, sí, con el grupo este año tuvimos como 108 presentaciones, en escuelas, en los museos. Bailamos en matrimonios, en quinceañeras, en donde nos llamen. En donde nos llamen, ahí estamos.
DV: ¡Wow! Te mantienes muy ocupada.
PRG: Sí, sí, sí.
DV: Okay. Bueno, ahora regresemos entonces a otra vez al Centro Hispano. Cuéntame acerca del Centro, desde que llevas de directora, de tu liderazgo aquí.
PRG: Sí. Bueno, entonces cuando yo tomé El Centro. Pues fue un poco mirar cómo podemos estructurar o reestructurar la organización para poder. Siempre he pensado cómo la hacemos más sostenible. Porque es una organización que significa mucho para la comunidad, y no solo para la comunidad latina, pero también para la comunidad en general. Porque somos un puente, que nuevamente como llegué yo, cierto. Y mucha gente llega así. Es un puente entre la comunidad en general y nuestra comunidad. Entre los servicios locales, estatales, de otras organizaciones y la comunidad. ¿Cómo llegamos--entre corporaciones, negocios--cómo llegamos a la comunidad? Pero, y cómo lo vemos nosotros nuestra labor es, cómo logramos hacer ese puente y enseñarle a esta otra comunidad externa cómo hacerlo con responsabilidad, de una manera culturalmente apropiada y con respeto hacia la comunidad. Así sea un negocio que lo ve como un cliente, claro, pero usted tiene que entender este cliente y usted que no solo va a absorber ese cliente, pero ¿qué le va a aportar usted a ese cliente? Entonces empezamos a mirar cómo podríamos reestructurarlo. Y la otra parte que empezamos a trabajar fue, no busquemos los fondos en--. Sale este proyecto, tomémoslo. Sale este proyecto, tomémoslo. Porque eso, ¿qué genera? Genera que tomaste este proyecto, este proyecto dura un año, dos años, tres años, se acaban los fondos. ¿Y entonces qué haces con esta persona que contrataste para este proyecto? ¿Qué haces con esta persona? Porque eso tampoco ayuda a la estructura de la organización. Entonces decidimos, bueno, cada--. Hacer nuestro plan estratégico, por supuesto. Pero también cada año, seguirlo. Que eso es difícil, porque yo había sido parte de varios planes estratégicos en El Centro, bueno, de uno. Pero se quedaba ahí. Ah lo hicimos, muy bonito el papel, y luego--. Pero no, ¿cómo lo estamos llevando a cabo con el día a día? Es un proceso. Esto nos tiene que guiar el proceso de cada año. Y luego cada año evaluar cómo vamos. ¿Qué pasó, qué logramos, qué no logramos? Pero también evaluar y mirar cuáles han sido las necesidades de la comunidad que han cambiado. Qué están haciendo otras organizaciones para que nosotros no tengamos que hacer lo mismo y cómo lo están haciendo y que sí debemos hacer nosotros. Y basados en eso, entonces busquemos los fondos. Y cada vez que aparezca un proyecto o algo, preguntarnos: ¿cómo esto realmente apoya estas metas que nos pusimos, estos objetivos que nos pusimos este año? Porque así ya sabemos, eso lo puede hacer fulanito, o es de este departamento, o de este departamento. Y empezamos a hacer esa parte. También lo otro que pasó en ese momento fue nuestra expansión a Carrboro, que fue, realmente--. No lo estábamos buscando. Pero la organización que existía en Carrboro, en el 2010, 2009 finales, decidieron que tenían que cerrar. No tenían dinero, no tenían el liderazgo para continuar. Entonces vinieron a nosotros y dijeron, ¿cómo nos pueden apoyar? ¿Cómo pueden apoyar a la comunidad en Carrboro? Y nuestra junta directiva decidió: bueno, tenemos unos fondos de reserva, utilicémoslos para abrir la oficina en Carrboro y abrimos en el 2010. Fue un reto bastante grande porque, así como la gente recordaba cosas buenas de la organización anterior, también recordaba cosas no muy buenas. No nos conocían mucho, entonces llegamos a periodo de prueba, digo yo. Porque buscar fondos fue difícil, porque la gente no nos conocía. Entonces convencer de que sí podemos hacer esto, fueron tres años al comienzo difíciles. Lo otro que lo hizo difícil fue que en el 2010 hubo la recesión bien difícil y nuestros fondos que recibíamos del estado, de otras organizaciones, algunos de ser 250 mil dólares al año, se volvieron a cero. Entonces fue como. ¿qué vamos a hacer? Nos tocó cortar personal, nos tocó que nos redujeran el salario. Fue difícil. Yo tomé entonces un corte más grande que los demás, pues para ser solidaria. Porque también esa es otra parte. Yo siempre he pensado que uno lidera con el ejemplo, que uno no puede decirle a la gente tenemos que llegar a los eventos puntuales o lo que sea, y yo llego tarde. Porque, es como pues claro, chévere decirlo, pero pues hacerlo. En cambio, cuando tú lo has hecho es más fácil decir, sí se puede hacer. ¿Cuáles son esos obstáculos para que no lo puedas hacer? Pero sí se puede lograr. Y bueno, fue una época bastante difícil donde pasamos--. Había meses en los que era: y ahora ¿cómo vamos a pagarle a la gente? Fue bien difícil. Pero fui afortunada que tenía a la mayoría de los de la junta directiva que apoyaban bastante. Pero fue difícil. Y como líder a veces es difícil porque tú no quieres pasar esa angustia a tu personal. Pero tampoco te la puedes cargar sola. Entonces es como ese balance de cómo trabajamos entre todos. Y la otra parte que también ha sido interesante es que muchas de las personas que estábamos en El Centro en esa época habíamos empezado como yo, como voluntarias. Porque es que si la gente--. El otro día estuve en una graduación y yo decía bueno, la gente se pregunta muchas veces y que hace ella, que era una nutricionista dietista [Risa]. Porque alguna vez tuve una persona que trabajaba para nosotros que me dijo, ¿pero es que qué hace esta persona de gerente de ese departamento si ni siquiera tiene un PhD? Si ni siquiera ha estudiado acá o algo. Y entonces yo le dije si nos vamos a basar en eso, yo no podría estar en esta silla. Porque yo no tengo ningún máster, ni PhD, ni nada. Y a veces pues eso no es lo más importante. Sí es importante entrenarse. Y claro, yo he hecho cursos, me he entrenado. Siempre aprendiendo, todavía lo hago. Pero es parte--. Y mi punto era que sí, muchos voluntarios que fuimos evolucionando a ciertas posiciones, pero que llega un punto en el que, si tú no te entrenas, no mejoras tu inglés, no mejoras tus habilidades en escribir en inglés para poder escribir becas, subvenciones, un email bien escrito, qué sé yo. Pues llega un punto en el que tú puedes tener toda la mejor intención, pero no puedes avanzar. Y estábamos teniendo un poquito de esa situación. Donde era difícil para mí porque prácticamente un punto en el que yo tenía que representar en todo. Entonces por eso he participado en no sé cuántos comités, juntas directivas, de todo [Risa]. Porque también esa es mi otra creencia. Si nosotros queremos ser parte de la comunidad, que nos vean, que nos escuchen, que nos apoyen. Pues nos tienen que ver y nos tienen que escuchar. Entonces no tenemos que esperar a que vengan, tenemos nosotros que salir, y parte de eso, es como toda relación, yo pienso que es ese dar y recibir. La relación siempre es un 50 y 50. Entonces, ¿cómo doy? Bueno, que el Chancellor, que no me acuerdo como se dice en inglés--. En español.
DV: ¿El canciller?
PRG: El Canciller de Duke creó este comité de salud, entonces invita al Centro y no, pero yo no tengo para eso. Ellos siempre quieren mostrar y decir--. Pero qué tal si yo voy y me ven, y después de que yo escucho y participo y estoy ahí un día. Yo puedo decir miren, esto es lo que está pasando, ¿cómo nos va a apoyar Duke en esto? Pero si yo no estoy y no voy, y de pronto me aparezco. Entonces, crear--. Eso también ha sido como otro de mis objetivos, crear otro liderazgo dentro de la organización que pueda representar también. Y que tenga, y que entienda esa parte de que hay que hacer esa relación mutua. Creo que con el tiempo hemos logrado eso y también es un fenómeno que yo creo que ha ido evolucionando. Porque uno también siempre escuchaba, es que no hay estos profesionales médicos, es que no hay estos profesionales en las escuelas, bilingües. Bueno, ayúdenos a buscar. Y no había, porque éramos una comunidad muy nueva, donde apenas estábamos desarrollando eso. Ahorita ya hay mucho más profesional bilingüe, muchas más personas capacitadas en todas las áreas. Todavía faltan un montón, pero ya hay más personas y creo que eso ahí--. Creo que eso ha sido algo que la comunidad en general ha tratado de hacer y que hemos tratado de hacer en El Centro, ¿qué es eso? Desarrollar ese tipo de liderazgo, de profesionales. Cuando digo profesionales no es solamente gente--. Yo siempre he dicho, no es solo de universidad o profesionales, que cuando tú haces tu trabajo sabes lo que estás haciendo, te gusta y lo haces bien. Puede ser que ni siquiera hayas terminado primaria. No importa.
DV: Hacerlo profesionalmente.
PRG: Exacto. Entonces creo que ese ha sido también una evolución del Centro. Pasamos como esa situación tan difícil, económicamente. Hubo un punto después, a los tres años de que estábamos en Carrboro de que--. Porque fue difícil y era difícil porque teníamos que repartir un poco de los recursos que conseguíamos para las dos oficinas y mantener la oficina en Carrboro. Pero creo que pudimos ir demostrando que sí podíamos hacer el trabajo y que era un trabajo bien hecho con la comunidad. Algo que nos ayudó allá a hacer esto fue que encontramos, cuando abrimos la oficina, una situación diferente que fue la de los jornaleros. Que son las personas que se paran en una esquina a esperar a ser recogidos. Entonces hay un problema social porque están parados en la esquina sin baño, mayoría hombres. Pasan las mujeres entonces les dicen cosas. Entonces es algo un poco--. Y por otro lado, la situación que ellos viven que es sin un baño, si está frío, si está haciendo calor y fuera de eso, robo de salario, se los llevan a trabajar y no les pagan. O les pagan nada. Entonces cuando llegamos a Carrboro nos involucramos en esa situación y trabajamos con las organizaciones que ya estaban trabajando en eso. Tenían un grupo de trabajo que involucraba la ciudad de Carrboro, el gobierno de Carrboro, de Chapel Hill, la Universidad, el trabajo social de UNC. Había otra organización de derechos humanos ahí. Llegamos y nos involucramos y después de traer organizaciones nacionales que nos explicaran cómo trabajar con jornaleros, que fuera una esquina organizada, un centro de trabajadores. Decidió este grupo de trabajo y el gobierno de la ciudad de Carrboro decidieron dar dinero para tener una persona que organizara, que ayudara a traer todas estas otras instituciones y personas juntas y mirar cuál era la mejor solución. Al fin dieron este dinero al Centro para que trabajáramos en eso. Y al final decidimos abrir en El Centro la Casa de Empleo y Liderazgo, CEL. Que es como un centro de trabajadores dentro de nuestra oficina en Carrboro. Ahí toda la comunidad en general vio y dijo, sí, El Centro sí puede hacer ese trabajo. Sí puede organizar a la gente. Sí tiene la estructura para hacer algo que se pueda mantener. Porque eso lo abrimos en el 2015. Ahorita tenemos no sé cuántos trabajadores inscritos, empleadores. La idea es eso, es conectar trabajadores con empleadores y ayudar a los trabajadores a que--. Esta es otra cosa que hacemos en El Centro, es entender la necesidad de la comunidad, pero también escuchar como creen ellos que puede ser la solución. Porque cuando empezamos a abrir, aunque hicimos grupos de enfoque y todo, nuestro objetivo principal era vamos a conseguirles trabajo permanente a todos estos jornaleros. Y eso no es lo que los jornaleros quieren. La mayoría jornaleros quieren, a nosotros nos gusta este trabajo de día a día. No nos gusta--. No queremos entrar a una cosa que es de 9 a 5. Algunos sí, algunos sí dicen, me gusta un trabajo fijo. Pero la mayoría dicen, me gusta la libertad de este trabajo. Ah bueno, entonces, cómo les podemos ayudar a que tengan un mejor ingreso, a que estén más seguros cuando salen a trabajar, a que aprendan otras habilidades. Ese es un ejemplo del trabajo que hacemos en El Centro y eso nos ayudó en Carrboro. Y finalmente, ahorita podemos decir que la oficina tiene su propio sostenimiento, por lo que recibimos de apoyo en el condado, con la ciudad, con las organizaciones y fundaciones de esa área, así como lo tenemos en Durham. En ese momento, después de que pasaron los años, siempre nos preguntaban, ¿bueno, y por qué no abrieron en Raleigh? Si en Raleigh hay más personas de la comunidad latina. Y nosotros porque es que, la situación fue más como necesidad que realmente nosotros decir nos vamos a expandir. Pero al final hablamos y miramos con la Junta y dijimos, ¿cómo podemos abrir una oficina en Raleigh? Aunque, en Raleigh hay más organizaciones latinas, que dan otros servicios. La diferencia que nos hace a nosotros únicos en El Centro es que tenemos la oficina de atención al público. Que es cuando la gente puede venir a lo que necesita El Centro, que eso es lo que no existe. Entonces dijimos, bueno, entonces sí tenemos cabilidad en Raleigh para apoyar esto, tenemos programa de salud, de educación, programas que no hay en las otras organizaciones y decidimos abrir entonces nuestra oficina en Raleigh en el 2020.
DV: Mmm.
PRG: Entonces abrimos a finales de febrero. ¿Y qué pasó? Llegó la pandemia. Y bueno, entonces eso fue difícil, pero también otra situación creo que importante, pensando en la evolución de la organización, es que el Consulado de México tiene una ventanilla de salud. Que es todos los consulados en Estados Unidos de México tienen esta ventanilla de salud y el objetivo es poder apoyar a nuestra comunidad mexicana, aunque puede ir cualquier persona. Y poderlo referir a servicios médicos de bajo costo para que pueda mantener una buena salud. Lo que se hace en la ventanilla es que se tienen promotores de salud que están educando continuamente a la gente que viene a sacar documentos al consulado. Mientras esperan, la idea es educarlos, darles educación dos, tres minutos; hablarles de cómo prevenir la hipertensión, como prevenir la diabetes. Como mejorar su peso y tener agencias que pueden traer información o recursos para la comunidad. Toma de colesterol, pruebas de VIH, bueno, nombrémosla, de oftalmología… y los promotores además de hacer la educación traen a la oficina la ventanilla, a la comunidad, la invitan. Les toman presión arterial, les hacen índice de masa corporal, miran como está, hablan en general de su salud, de todo eso. Y si la gente necesita, tenemos como referirlos a diferentes partes en las dos Carolinas. Y si la persona necesita un seguimiento porque la presión arterial es algo muy alta, el azúcar, les damos ciertas recomendaciones y después hacemos un seguimiento telefónico para que la comunidad tenga estos recursos.
DV: ¿Esta ventanilla de salud existe en Raleigh en El Centro?
PRG: Existe en el consulado, pero nosotros la administramos.
DV: Entiendo, ya.
PRG: Trabajamos con el Instituto de Mexicanos en el Exterior. Ellos dan parte de los fondos, nosotros recaudamos fondos para ese trabajo. Y en el 2017, la Secretaría de Salud Fronteriza decidió tener una extensión de las ventanillas y esta extensión fue dar unidades móviles de salud a 12 consulados en el país para que este mismo servicio se llevara con el consulado sobre ruedas, con el consulado móvil. El consulado sobre ruedas va a otras ciudades rurales, o pequeñas, o lejanas, por ejemplo. Porque no todos pueden venir de Carolina del Sur y Carolina Norte a Raleigh, al consulado. Entonces el consulado va y hace servicios y la idea es que esta unidad móvil fuera con estos servicios a hacer la ventanilla de salud móvil. Y nosotros fuimos una de las organizaciones a las que nos dieron esta unidad móvil. Entonces la trabajamos con ellos, ya ahora es más independiente, ahora es del Centro la unidad móvil. Pero seguimos compartiendo todos los servicios y sobre todo la información para ellos saber cómo está su comunidad en el exterior. Pero con esta unidad nosotros vamos ahorita a vecindarios, a donde están los granjeros o los trabajadores agrícolas. Vamos a eventos, estamos llevando esta unidad de salud a todas partes. Comento esto porque cuando llegó COVID, habíamos empezado una relación también con unos consultorios médicos latinos que dan servicio a bajo costo para la comunidad y ellos iban a estar saliendo con nosotros con la unidad a prestar servicio médico. Entonces, ya no íbamos a hacer solamente la parte que hacen los promotores, sino íbamos a dar servicio médico. Cuando llegó COVID teníamos nuestra oficina en Raleigh. Estos consultorios estaban abriendo en Raleigh y llegó esta pandemia y ellos dijeron nosotros todavía no tenemos el consultorio, déjenos hacer consultas, vamos a alquilar su unidad móvil. Estacionamos la unidad móvil donde está la oficina del Centro y ahí ellos hicieron consulta y nosotros hacíamos la parte de traer a la comunidad para que hicieran pruebas de COVID, pruebas de Flu, después vacunas. Digamos que tuvimos presencia en Raleigh, aunque no era la oficina abierta al público, pero para lo que se necesitaba en COVID. Esto nos ayudó, también a que tanto el Condado como el Estado viera que estábamos activos. Con mascarillas, con todo, porque esa fue otra situación interesante. Al comienzo hubo pánico de, ¿y ahora qué vamos a hacer? Para mí como líder, cómo vamos a mantener al personal si no estamos trabajando. Pero también cómo vamos a apoyar a la comunidad si la mayoría de nuestros programas son en persona. Entonces trabajamos con los gerentes de los departamentos, nos organizamos, escribimos un montón de becas que iban saliendo y al final hubo un día que yo dije, nuestra gente no se está cuidando y éramos los que más estábamos afectados. Uno, porque pues trabajadores de primera línea. Si te sentías enfermo, no podías decir, hoy me siento enferma me voy a hacer la prueba. Porque uno, no sabíamos si era gratis. Dos, no queremos dar nuestra información. Tres, no me van a pagar mientras yo me voy a hacer la prueba, voy a perder el día de pago. Para todo el mundo si en general la información de COVID era loca, en general, imagínate ahora en otro idioma. ¿Cómo hacer ese trabajo? La gente no tenía comida, trabajo y no se estaban cuidando. Yo recibía muchas llamadas y fotos; y decían mira, esta es la pulga donde están todos los vendedores latinos y la gente, llegan los vendedores, todo mundo y mira sin mascarilla. Entonces un día yo dije, vamos a salir. Y yo misma llamé a una persona que trabajaba acá que yo sabía ella no me va a decir que no [Risa]. Porque todo era dale, dale. Le dije, conseguí unas mascarillas donadas y nos vamos a ir mañana sábado, a este punto y vamos a entregar mascarillas. Le vamos a hablar a la gente de la importancia y de lo que está pasando. Nos fuimos las dos. El alcalde supo, de Durham, vino la concejal, mi esposo nos acompañó, otro amigo a tomar fotos y nos fuimos a repartir mascarillas. Nos organizamos de tal manera y al final dijimos si la gente necesita comida, eso es lo que vamos a hacer. Recojamos comida y alguien tiene que salir. No podemos nosotros quedarnos todos adentro a hacerlo. Vamos a salir y como yo salí ya la gente dijo bueno, entonces nos empezamos. Claro, con todas las precauciones, les conseguimos las mejores mascarillas, acuérdense los guantes. Bueno, todas las indicaciones posibles. Por esa organización recibimos del Estado--. El Estado dijo, bueno, queremos contratarlos para que nos ayuden. Al comienzo empezamos también--. Voy a ir un poquito atrás, antes de COVID. Habíamos reiniciado el programa de promotores de salud. Son personas de la comunidad, que es un plan que llega mucho, mucho antes de que yo llegara, hay protocolos, hay de todo. Entonces habíamos comenzado con la Asociación Americana del Corazón a entrenar nuevamente personas que eran participantes de nuestros programas y que llamamos. Yo les veía liderazgo; dijimos, miren, tenemos este programa, quieren trabajar con nosotros y se empezaron a entrenar. En esa época era pues para la sobre nutrición y presión arterial con la Asociación Americana del Corazón. Pero llegó COVID, entonces dijimos aquí es donde tenemos que mirar y empezamos a trabajar con personas, con comida, porque empezamos a recibir camiones de comida. Pero a dónde los llevamos, y yo pues llevemos los primero al Centro. Luego conseguimos en un colegio--. Y al final, yo decía pues hay que llevarlos a los vecindarios, a los barrios. Empezamos a buscar personas de nuestros programas, a decir: ¿usted dónde vive? ¿Usted cree que ahí podemos llevar un camión con tantas cajas de comida? ¿Usted le puede avisar a la gente? Hay que pedir permiso, ¿no? Entonces esas líderes se encargaban de hacer eso y nosotros llegábamos con el camión, bajábamos la comida, entregábamos. Y claro, ya la gente veía eso porque lo poníamos en medios sociales y decía yo quiero mi barrio. Bueno, usted díganos, ayúdenos y nosotros le conseguimos la comida. Entonces, también el estado empezó a ver. Bueno, todos estos latinos están saliendo positivos. En el estado somos el 11%. Y los casos llegaron a ser el 45%. En Durham una semana fuimos el 90% de los casos. Porque yo empecé a participar también en el grupo de trabajo de COVID del condado de la ciudad de Durham. Y empezaron a ver todo eso y nos llamaron de la oficina de minorías y dijeron, ¿qué está pasando? Y yo dije, mucho es comunicación. Ósea, todas estas cosas que sabemos que existen desde hace tiempo, que son disparidades, pero esto lo resaltó, el COVID. Dijeron, les vamos a dar dinero para que nos ayuden solo con comunicación para los latinos. Entonces llamamos a los medios de comunicación en español y les dijimos, ¿por qué no hacemos todos una campaña juntos? Y se llamó North Carolina Unidos Contra el Virus. Nosotros proporcionamos todos los gráficos, toda la información y los medios los sacaban por todas partes. Se empezaron a unir las universidades, los gobiernos locales y todo. Lo único que tenían que hacer era entrar a nuestra página web y utilizar
DV: Los recursos.
PRG: Los recursos que estaban ahí. Y El Estado dijo, y a nivel federal, vamos a dar dinero para promotores de salud, porque empezamos a decir la gente va a escuchar a la comadre, al tío, al primo, a la tía, a la vecina. En vez de escuchar a Pilar, diciendo póngase la mascarilla y se usa así. Dieron dinero para contratar promotores de salud y abogamos muchísimo para que entendieran que estos promotores de salud son personas. Claro, los entrenamos porque pues no todos tenían el entrenamiento, pero tienen que entender que no estamos hablando de la enfermera o del médico, estamos hablando de personas de la comunidad. Algunas personas que no terminaron su escuela elemental, pero son líderes en su comunidad y lo que buscamos es esto. Logramos hacer ese trabajo y el Estado viene y dijo, queremos que podamos expandir el trabajo. No solo era información, eran pruebas. Entonces abogamos por las pruebas, tienen que ser gratis, en donde las vamos a colocar. Tienen que tener personal bilingüe para que la gente entienda; cierto, o cómo hacerse, o donde van a tener los resultados. Todo ese trabajo y luego vacunas, cómo vamos a hacer que lleguen las vacunas. Lo vamos a hacer en un lugar donde la gente se sienta cómoda. En Raleigh, en nuestra oficina al lado, hay un, es en un centro comercial y ellos tienen un salón de banquetes, entonces nos lo dejaron utilizar. Ahí hicimos nuestro primer evento grande de vacunas, 350 vacunas para la comunidad latina. El de prueba logramos que lo colocaran al lado aquí de la oficina en Lakewood. La gente llegaba y se sentía pues más cómoda y no llegaban solo latinos. Llegaban de todo, pero pues esa es la idea. Logramos hacer ese trabajo y así logramos expandir el trabajo del Centro a 12 condados. Porque el Estado nos pidió cubrir dos regiones de Medicaid con ese trabajo y duramos haciendo este trabajo con ellos como por año y medio con COVID. Eso también nos ayudó--. Tuvimos mucha rotación de personal, que lo hizo un poquito difícil. Pero también nos ayudó a revisar nuevamente toda nuestra estructura. También el llegar después de COVID--aunque COVID sabemos que no se ha terminado—pero bueno, decir toda esta gente que trajimos, porque nosotros directamente alcanzamos a tener 30 promotores de salud. Pero lo que hicimos fue cuando nos expandimos a los 12 condados. Lo que hicimos fue nosotros no podemos estar en todos estos condados. Pero hay organizaciones establecidas, o hay organizaciones de base también establecidas que de pronto no son non-profit, pero organizaciones. Pues llamémoslos y trabajemos con ellos. Lo que hicimos fue subcontratar con ellos, entonces también gente otra vez de la comunidad, no éramos nosotros desde aquí o de Raleigh, o de Durham. Sino gente que vivía ahí, para trabajar y en total alcanzamos a tener como 100 promotores de salud entre todos para hacer este trabajo. Fue un trabajo grandísimo. Pero bueno, llegó ya se están acabando fondos de COVID. Ya otra vez como esa--. Aprovechamos la situación para abogar más por la comunidad, decir esto no es nuevo para nosotros. Como vamos a volver a algo que no sea normal, a la normalidad. ¿Qué más cambios? Porque pudieron hacer unos cambios para esto. ¿Cómo podemos mantener algunos de esos cambios para que la comunidad, no haya esas disparidades? O que se disminuyan esas disparidades, y creo que ese es el trabajo que venimos haciendo estos últimos años. Cómo lograr mantener eso y seguir empujando. Pero cómo decirles ya no es una crisis y parte de eso tomamos la decisión como organización de mantener nuestros promotores de salud. Y decir, bueno, ya no es COVID, ya no estamos en un modo de respuesta, repuesta y esto es lo que hay que hacer. Las necesidades básicas de la comunidad siguen siendo estas; en educación, en salud, desarrollo económico, participación cívica y comunitaria, apoyo directo. Sigamos manteniendo nuestros promotores en todos nuestros departamentos, porque siguen siendo esas personas que están en la comunidad y saben qué es lo que está pasando y la comunidad les escucha. Entonces tenemos promotores, en nuestros diferentes departamentos y los hemos incluido dentro de los programas. Aunque hay fondos ahora de recuperación, el American Recovery Plan, pero es cómo seguimos haciendo los programas que hemos venido haciendo. ¿Porque qué hicimos? Virtualmente logramos pasar muchos de nuestros programas virtuales, pero ahora los promotores que trabajan en educación, ellos están afuera mirando cuáles son las necesidades de los niños, de los padres. Para abogar por sus niños en la escuela, tutoría, Pre-Kínder. Ellos traen esa información, entonces nos informan cómo debemos nosotros seguir nuestros programas. Entonces ellos vuelven a la comunidad. Ahora estamos haciendo, leyendo con El Centro Hispano. Estamos teniendo este programa de padres comprometidos, y lo mismo en cada departamento. Los de Desarrollo Económico; el otro trabajo que hicimos fue con negocios, como ayudarlos a mantenerse, aunque muchos tuvieron que cerrar y los que estaban abriendo entonces como llevarles la información de cómo abrir, de que carteles tienen que tener, si necesitan tener mascarillas, que el termómetro. Lo que fuera. Aplicar a fondos; como aplicar a los fondos, entonces trabajamos mucho con ellos. Entonces ahorita los promotores siguen trabajando con negocios, pequeños negocios, microempresarios. Para que puedan seguir recibiendo eso, pero también para que mejoren su negocio, uniéndonos con otras organizaciones. Así en cada departamento tenemos estos promotores que están trabajando en eso. Entonces eso es como toda la evolución y ahorita lo que estamos trabajando mucho es como seguir sosteniendo nuestra organización con la expansión que tenemos. Porque definitivamente sí se necesita trabajo en otros condados, sobre todo en áreas más rurales. Donde hay de pronto más población latina en porcentaje, menos en número, pero más en porcentaje. Cómo podemos apoyar, pero también cómo podemos crear la capacidad de estas otras organizaciones o grupos establecidos que necesitan ese apoyo. Y es lo que estamos trabajando. Trabajamos bastante con tres grupos que, con nosotros apoyamos como patrocinadores fiscales. Pero que también les ayudamos mucho con toda la parte de administrativa, logística, de cómo crecer su capacidad como grupos de base. Entonces apoyamos uno en Asheville, apoyamos uno en Morganton, uno en Henderson y ahorita estamos trabajando con el área de Fayetteville, donde hay otro, para ver cómo podemos apoyar más ese trabajo de la comunidad.
DV: ¡Wow! [Risa]. Mucha evolución en todo lo que has dicho y me parece que El Centro se midió a un gran reto con COVID y les ayudó a evolucionar de varias maneras también. ¿No?
PRG: Sí, muchísimo, muchísimo. También, volviendo a esa parte como de personal, ahorita tenemos buena representación. Otro objetivo mío era no ser la única cara del Centro, sino que El Centro tiene muchas caras. Porque el trabajo que hacemos es bastante amplio y ahorita creo que estamos en ese punto donde la gente ya reconoce a Emilia, es la que trabaja en esta parte; o si ven a Mauricio, o si ven otras personas. A Mario, que es nuestro enlace legislativo. La gente lo reconoce como El Centro. No soy solamente yo la cara del Centro, que creo que eso es importante, porque sea lo que sea, la organización es importante. No es Pilar. Sí, entiendo y siento esa responsabilidad como líder, claro de mantener la organización. Y sí, la gente piensa El Centro, Pilar; Pilar, El Centro. Pero si el día de mañana yo no estoy, El Centro sigue existiendo y tiene que haber otras personas que están dentro del Centro.
DV: Es parte de la sostenibilidad.
PRG: Exacto.
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DV: Entiendo. ¡Wow! [Risa]. Ya me has dicho bastante acerca del Centro, pero ¿Hay algún otro hecho destacado o anécdota que quisieras compartir acerca de tu liderazgo en El Centro?
PRG: No, yo creo que eso--. Creo que ya hablé casi de todo.
DV: Entonces. Seguimos con--. Bueno, de todas estas experiencias, ¿cuáles fueron algunos de los retos? Y ya me has dicho bastantes, en tu vida, retos a los que ya te hayas enfrentado. Pueden ser abstractos, pueden ser retos físicos.
PRG: Sí, a ver qué retos.
DV: ¿O cómo navegaste algunos de los que ya me has dicho?
PRG: Sí, creo que un montón de siempre. Creo que cuando hablamos de retos, creo que a mí me gustan los retos. Como que me gusta si hay este obstáculo o si hay este reto es nuevamente, ¿cómo lo podemos enfrentar? ¿Cómo lo podemos pasar? Y en El Centro he tenido varios. Hubo una época cuando estábamos en Carrboro, hubo una época cuando estaba teniendo no muy buen entendimiento con la junta directiva. Estaba teniendo como esa presión de--. Soy miembro de varias juntas directivas y soy la directora del Centro. Entonces entiendo las dos partes, y es--. Hay una línea muy finita en no pasarse de la parte de governance del board y entrar a ser como micromanagement. Y estaba teniendo eso de que estaban muy encima y muy delineados y hubo un punto en que yo dije si no, si ustedes creen que yo no soy la persona y tenemos que traer a otra persona para hacer el trabajo, traigamos la otra persona, porque para mí esto más que un trabajo es una pasión. Yo no trabajo para que me miren y me van a echar--. No. Siempre he trabajado porque estoy convencida de lo que estoy haciendo, pero si hay alguien que lo pueda hacer mejor y necesitamos y este es el momento, hagámoslo. Pero no entren a esta situación porque no me dejan hacer mi trabajo. Y siguió la situación y dije bueno, ya es probablemente mi momento de irme. Porque la otra cosa interesante es que mi ciclo es de trabajo, por la razón que fuera, no porque lo planeara. Eran de cinco años y aquí llevo 15. Entonces yo decía de pronto esta es la señal de que debo buscar otro trabajo. Estaba prácticamente lista y tuvimos nuestro retiro de la junta directiva y como estábamos en esa situación de fondos, con Carrboro y todo eso. Me dijeron bueno, vamos a cerrar la oficina de Carrboro y dije no, no podemos cerrar. Después de tres años donde no hemos hecho la tarea 100%, porque eso va a afectar la organización terriblemente. Entonces, yo les dije no, todavía no dejen que nosotros logremos ya mostrar más lo que podemos hacer. Entonces me dieron este reto. Me dijeron entonces, si en un año usted no ha disminuido los gastos en 50% y ha traído más fondos en un año, cerramos. Y yo les dije listo [Risa]. Y no es fácil. Claro, estamos hablando de algo grande. Pero después es como, soy muy determinada en lo que voy a hacer. Esto es lo que vamos a hacer y como sea lo vamos a lograr. Y creo que eso es lo que he hecho, como siempre en mi vida. Hay momentos en que sí uno dice como que ya no más. No más retos, pero al final también pienso que eso es lo que mantiene esa adrenalina y ese entusiasmo. Esas ganas de seguir haciendo cosas. Creo que para mí la rutina no es como muy buena. [Risa]
DV: Los retos son algo positivo para ti, ¿no? [Risa]. Bueno, pensando en todo lo que me has compartido de tu historia de vida, ¿cuáles dirías fueron los factores que más te han ayudado a lo largo de tu trayectoria? Abstractos o tangibles.
PRG: Claro. Sí, yo creo que definitivamente el entender que todos los días tenemos que aprender. Como que no cerrarnos en decir: yo soy y se todo esto. Creo que la humildad y el--. Porque la humildad te da la oportunidad de poder tener relaciones con todas las personas y eso te abre también mucho la mente, muchas opciones y muchas oportunidades. Creo que eso también ha sido importante y el positivismo. El pensar de que sí se puede si te lo propones y como de analizar un poco la situación con cabeza fría, aunque es difícil a veces, para poder encontrar esa solución. Creo que eso es lo que me ha ayudado. Soy muy sensible, en muchas cosas observo mucho. Siento como esa energía de las personas, siempre estoy mirando para poder entender también mi papel. Claro, me equivoco muchas veces, pero también como para saber y entender cuál es mi papel en ese momento dado. Eso creo que también me ha ayudado mucho a lograr lo que he lograd. Y creo que nuevamente, el tener esa relación con las personas. Y entender que no es solamente dame, dame, sino como puedo yo dar, como ese 50 y 50. Creo que eso también es importante para lograr lo que uno necesita.
DV: ¡Qué bien! Muy buenos consejos. Bueno, para concluir, Pilar, ¿qué esperas para el futuro? Sea en tu vida personal, profesional, o en tu comunidad.
PRG: Sí, esa es una buena pregunta [Risa]. ¿Que espero en mi futuro? Poder seguir haciendo lo que me gusta siempre. Porque creo que así es como soy más eficiente en lo que sea. Poder siempre apoyar a otras personas, no importa quién sea, puede ser mi familia, pueden ser mis hijas, puede ser la organización, mis compañeros de trabajo. Para la organización que siga expandiendo, seguir expandiendo. Así no seamos nosotros directamente, pero apoyando a otras organizaciones, a otros grupos, a otras comunidades. Creo que eso es muy importante. Y poder seguir bailando [Risa]. Porque eso para mí es súper importante, es lo que me ayuda a mantener mí--. Aunque también con lo del baile siento que también tiene ese otro efecto. Que el otro día hablábamos con alguien que cuando vamos por ejemplo a colegios, a veces vamos mucho a hacer talleres o a bailar en colegios y ver el efecto que tiene eso en los niños que están ahí. Tanto los latinos que se sienten representados y vienen y hasta te piden el autógrafo, algunos. Es que mi mamá es colombiana, yo soy colombiana. Hasta los que no son latinos porque les gusta, ven esa correlación, porque siempre explicamos la base de nuestros bailes, que tiene cultura, mezcla de culturas africana, europea e indígena. Entonces también los demás niños ven esa parte y se integran. Creo que para mí lo más importante es poder tener un efecto positivo en las personas a mi alrededor, sea, mi familia y mis comunidades. [Risa].
DV: Bueno Pilar, mil gracias, mil gracias por estar con nosotros.
PRG: A ti, gracias, no, gracias.
DV: Gracias por compartir tu historia.
PRG: Muchas gracias.
FIN DE LA GRABACIÓN / END OF RECORDING